Una «carrera» de coches autónomos bajo el centro de Madrid
El «Autonomous driving Challenge 2018», impulsado por Seat, Volkswagen y la Politécnica de Cataluña, busca premiar el talento joven e impulsar las nuevas tecnologías de asistencia a la conducción
Bajo la plaza de Colón el «asfalto» brilla. Demasiado, de hecho, para el gusto de los seis equipos de estudiantes universitarios que en breve competirán sobre él. Tendrán que demostrar quién ha hecho mejor sus deberes de robótica y ha logrado programar la mejor versión de un coche a escala autoconducido, el requisito para erigirse ganador de la «Autonomous driving Challenge 2018».
Una competición auspiciada por Seat, Volkswagen y la Politécnica de Cataluña (UPC) que busca premiar el talento joven e impulsar las nuevas tecnologías de asistencia a la conducción, y que este año se celebra bajo el paraguas del festival efímero Imperdible_03, de Fundación Cotec .
Cada equipo representa a una universidad española. Los campus de Málaga, Tarragona, Valladolid, Vigo, Politécnica de Madrid y UPC se batirán sobre una suerte de linóleo que simula las calles de Madrid, con réplicas de las Torres Kio o la Puerta de Alcalá incluidas. El ganador recibirá un premio de 7.000 euros , el segundo de 5.000 y el tercero de 3.000. Pero lo más importante es que tomarán contacto profesional con empresas de la talla de Seat o Volkswagen.
«Esta competición es una de las actividades que hacemos a nivel mundial para detectar jovenes talentos», explica Alexander Siebeneich , director industrial de Carnet, el consorcio creado por ambos fabricantes automovilísticos y la UPC para desarrollar soluciones innovadoras de movilidad.
Los seis grupos participantes ha recibido el hardware, una especie de coche teledirigido al que deberán animar con su propio software para poder superar tres pruebas. «Primero, navegar por el circuito. Segundo, reconocimiento de semáforos. Y, por último, esquivar obstáculos y dinámicos», detalla Guilherme Chalhoub , responsable técnico de la competición. Los equipos serán evaluados en tiempo, y recibirán penalizaciones si cometen algún error, como salirse del circuito.
El reto no es menor. Además del brillo del linóleo, la tenue luz de la sala del Centro Fernán Gómez donde se desarrolla la prueba añade dificultad al examen. «Trabajamos a ciegas, una vez aquí nos hemos tenido que adaptar», cuentan Ferriol Pey, Antoni Artuñedo, Miriam Gertrudix, José Carlos García y Yasmina González , representantes de los equipos participantes.
Tienen edades entre 25 y 33 años, estudian robótica o ingeniería industria, y todos coinciden en dos cosas. La primera es que la falta de regulación, unida a la escasez de formación específica, es actualmente el principal freno para la llegada del coche autónomo. Mucho más, creen, que la falta de conocimientos o de tecnología adecuados. Es algo en lo que también asiente Siebeneich, que cree que el desarrollo de la legislación marcará el despegue de los vehículos autoconducidos. « Será una cascada . Primero los veremos en autovías, luego en carriles específicos… acabará llegando solo».
El segundo punto de encuentro del grupo es el disgusto con el suelo. Brilla demasiado y dificulta que los sensores capten los estímulos en un entorno de baja luminosidad, algo a lo que también tendrá que enfrentarse un coche autónomo en la vida real, junto con la lluvia, la nieve, el polvo o el barro. «Así es más complicado», dice alguien, en un tono a medio camino entre el lamento y el interés por la dificultad añadida.