Ballenoil se aleja del concepto «low-cost» y apuesta por combustibles de calidad

La red española de gasolineras ha desarrollado una gama de nuevos productos con aditivos concebidos para lograr el mejor rendimiento

Patxi Fernández

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Han pasado ya diez años desde que el 2010, en plena crisis y ante la disminución de clientes de su red de estaciones de lavado de coches Ballena Azul, se crearon las estaciones de servicio Ballenoil . En un principio eran tan solo 20 gasolineras , instaladas en los principales núcleos urbanos de las grandes ciudades, hasta llegar a las más de 120 estaciones que funcionan en la actualidad.

Durante este tiempo el factor precio ha sido fundamental para su crecimiento. Y sin abandonar esta característica esencial para el grueso de sus clientes, la compañía da ahora un paso más, abandonando el concepto de «low cost» con el que nunca se han sentido completamente identificados, y apostando por la calidad diferenciada de sus carburantes , a los que desde hace aproximadamente un año se han añadido aditivos de última generación similares a los que pueden emplear las grandes empresas distribuidoras existentes en España.

Según Juan Sanz, Director de Operaciones de Ballenoil , ese es su actual objetivo, desmarcarse «del pelotón de las Low Cost y apostar por carburantes de calidad».

Para ello la compañía ha instalado un pionero sistema de aditivación que dosifica in-situ un paquete de aditivos especialmente concebido para maximizar el rendimiento de los carburantes, cumpliendo así con las exigencias de los motores de última generación. El resultado los carburantes mejorados denominados Diésel Excellent, Diésel Excellent PLUS y Sin Plomo Excellent 95 . Para todos estos carburantes se han desarrollado aditivos específicos de la mano de Innospec , expertos en la formulación de aditivos para carburantes a nivel mundial.

En ellos se mantiene la característica de Ballenoil, de operar a un precio que suele rondar de media unos 10 céntimos por litro frente a sus principales competidores. Una cifra que se consigue, según Sanz, en base varios factores . El primero de ellos es que se reducen en sus instalaciones los costes de inversión «ya que no necesitamos de grandes marquesinas ni de terreno extra para una tienda que en nuestro caso no existe». Otro factor es el de tener la capacidad de «aprovecharnos de las oportunidades del mercado y comprar a nuestros proveedores con los precios más bajos que podamos conseguir». Según estos criterios Juan Sanz asegura que «nuestra gasolina es más barata por una estructura de costes, y no porque nuestro producto tenga una inferior calidad».

¿Son todas las gasolinas iguales?

Antes de que la petrolera añada estos compuestos, las gasolinas son exactamente iguales. Esto se debe, a que todos los combustibles que se venden en estaciones de servicio españolas están obligadas a cumplir con unos mínimos de calidad. Por lo que los combustibles llamados «low cost» también cumplen con esos requisitos mínimos y proceden en su inmensa mayoría de la Compañía Logística de Hidrocarburos (CLH).

Los compuestos añadidos que llevan las gasolinas (aditivos), así como su proporción, las marcas los mantienen en el más riguroso secreto. Cada petrolera tiene su fórmula , lo que les permite diferenciarse del resto.

El número de cetano es lo que diferencia un gasóleo de otro.Estas sustancias añadidas a la gasolina tienen diferentes funciones, como lubricar, actuar como anticongelante o estabilizante .

El índice de cetano está relacionado con el intervalo de encendido, es decir, el tiempo que transcurre entre la inyección del combustible y el comienzo de la combustión. Este número ha de ser superior a 46. Sin embargo, en España todos los gasoleos A superan el 51 y por lo tanto cualquier diésel es apto para todos los coches.

Ese número de cetato puede ser aún más alto. Cuanto más alto, más se retrasa la ignición del combustible provocando una mejora en la calidad de la combustión. De este modo, se reducen las emisiones contaminantes e incluso los ruidos y vibraciones del motor.

Por lo tanto el combustible conocido como «low cost» mantiene una serie de propiedades mínimas (obligadas a nivel nacional y europeo) que aseguran su calidad. Y a partir de ahí se pueden mejorar mediante aditivos específicos.

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