En un accidente te salvan la vida estas piezas del coche
Hay quien piensa que los coches modernos se rompen a la primera de cambio porque están mal hechos. En realidad es justo lo contrario: están diseñados para absorber la mayor energía de un impacto y, en lo posible, protegernos
Madrid Actualizado: GuardarFabricar un automóvil práctimente indestructible es técnicamente posible. Pero en caso de accidente las fuerzas que se generan y sobrevienen serían transmitidas en mayor grado al pasaje, con las gravísimas consecuencias que ello comportaría.
De ahí que los coches nuevos, ya desde hace mucho, se "arruguen" de forma aparatosa, incluso si el golpe no es severo. Y es que su diseño, y los materiales con los que se fabrican, están pensados para proteger, dentro de lo que la física y la tecnología posibilitan, a los ocupantes. Todo se debe romper de una forma determinada y en una secuencia previamente trazada.
En realidad, la seguridad es uno de los elementos clave en la creación de un nuevo modelo. Y así, los fabricantes investigan y desarrollan tecnologías y elementos que hagan de sus modelos productos cada vez más seguros.
En las 3 últimas décadas las marcas han invertido mucho tiempo, dinero y recursos en desarrollar y adaptar elementos de seguridad activa como el ABS (antibloqueo de frenos) al ESP/ESC (control de estabilidad). Pero también en optimizar elementos de seguridad pasiva como el airbag y los cinturones., el diseño de los asientos y reposacabezas, parabrisas (es laminado en todos los automóviles, por lo que no se hace añicos ni cae) y hasta las coberturas y piezas internas (salpicadero, guarnecidos y consola...) El resultado, como evidencian los prestigiosos ensayos Euro NCAP, lo constatan: el salto en esta parecela ha sido exponencial.
Uno de los avances que más ha conseguido atenuar las consecuencias de los accidentes de tráfico es el desarrollo de las zonas de deformación programada. En otras palabras, las partes del coche que reducen el impacto que llega a los pasajeros tras el golpe, ya sea contro otro vehículo, una vuelta de camapana o, por ejemplo, una ladera tras una salida de vía.
Cuestión de energía
Y es que al producirse el accidente los ocupantes reciben una gran cantidad de energía cinética fruto de una desaceleración que se produce de manera casi instantánea.
Sirva como dato que al doble de velocidad corresponden 4 veces más de energía, al triple, nueve veces más, y así sucesivamente. En esto resulta clave la distancia de seguridad: estimativamente, a 50 km/h necesitamos 25 metros para parar frenando a fondo, pero es que a 100 km/h son 100 los metros necesarios y yendo a 150 km/h ¡225 metros para detener el coche por completo!
Hace mucho que los fabricantes detectaron que ciertos elementos de la carrocería debían deformarse para absorber la mayor cantidad de energía posible y así limitar el impacto en órganos vitales del cuerpo humano, como el cerebro y los pulmones.
De ahí que ciertas partes de las zonas delantera, lateral (de largo, el punto más vulnerable, por lo que añade barras internas anti intrusión) y trasera de los automóviles (entre ellas, paragolpes, capó, aletas...) y de la propia estructura o bastidor que conforman el habitáculo (apoyos del motor, largueros y travesaños) se fabriquen con materiales más flexibles que los utilizados para el resto, más rígidos para evitar que los pasajeros queden atrapados.
Las zonas de deformación programada están concebidas para que, en caso de accidente, no sean totalmente rígidas. Al deformarse absorben parte del impacto, aumentando el tiempo de deceleración y aminorando la fuerza sobre los pasajeros. Por eso, hoy en día los frontales de los coches, tras un accidente, se asemejan visualmente a un acordeón: amortiguan buena parte de la fuerza que recibe el cuerpo humano en caso de colisión.
Ver los comentarios