Las automovilísticas podrían triplicar su valor gracias a la electrificación, según los ecologistas
Según el análisis de Transport & Environment, las acciones de los seis fabricantes de automóviles podrían crecer un 316 %, de media, si la transición a los vehículos eléctricos fuera más rápida entre 2025 y 2030 que lo que tienen planeado actualmente
Los ecologistas consideran que no son necesarios tantos cargadores como solicita la industria
Una electrificación más rápida en la fabricación de los vehículos añadiría 800.000 millones de euros al valor de las acciones de las compañías. Es la principal concusión de la organización tras encargar un análisis financiero 'Quick charging the share prices' acerca del futuro de las principales empresas de automoción europeas.
La conclusión de este análisis es que estos fabricantes añadirían 800.000 millones de euros al valor de sus acciones si hicieran una transición más rápida durante esta década en lugar de aferrarse a su modelo de negocio de motores de combustión . Los resultados contradicen la versión del sector de que la iniciativa europea de vender exclusivamente vehículos de cero emisiones para 2035 perjudicaría la rentabilidad y costaría puestos de trabajo.
Los fabricantes, según esta organización, se enfrentan a la posibilidad de que disminuyan los beneficios procedentes de los motores de combustión a finales de la década de 2020, ya que la competencia de los vehículos eléctricos de batería, de menor precio, y las normativas más estrictas afectarán a las ventas y reducirán su economía de escala.
Según Luca Bonaccorsi, director de finanzas sostenibles de Transport & Environment (T&E) «optar por un lento abandono de los motores de combustión es un suicidio financiero para las empresas automovilísticas. La lentitud de la transición destruye el valor de los accionistas y hace que empresas enteras corran el riesgo de desaparecer. La única transición que tiene sentido comercial es rápida y vertiginosa».
Para Carlos Rico, experto en electrificación de coches de T&E «al contrario de lo que dicen los directivos de la industria, no vamos a salvar los puestos de trabajo manteniendo la producción de motores de combustión. Los eurodiputados españoles tienen la clave para acelerar la electrificación y para que España siga siendo competitiva en el mercado automovilístico mundial apoyando las ambiciosas normas de CO2 sobre vehículos de la UE, con una fecha de fin de ventas no posterior a 2035. El plan Fast Future Forward es el modelo a seguir, que demuestra el esfuerzo y el compromiso de Volkswagen por fortalecer su marca y su valor de mercado».
Las acciones de los seis fabricantes de automóviles podrían crecer un 316 %, de media, si la transición a los vehículos eléctricos fuera más rápida entre 2025 y 2030 que lo que tienen planeado actualmente.
Una transición a vehículos eléctricos más lenta de lo previsto en esos años reduciría el crecimiento del valor de mercado e incluso podría disminuir la valoración de Toyota (uno de los fabricantes de automóviles más lentos en electrificarse hasta ahora) con respecto a la actual.
Según el análisis, el fabricante de automóviles de gran consumo Volkswagen podría casi triplicar su valor de mercado (253%) y Stellantis podría casi quintuplicarlo (388%) con respecto al actual si hacen la transición a vehículos eléctricos con mayor rapidez que la prevista. Toyota, que está tardando en electrificarse, presenta un menor potencial de crecimiento (70%).
En el mercado de automóviles de alta gama , las oportunidades son aun mayores: Mercedes-Benz podría aumentar en un 471% su valor de mercado en 10 años, y BMW podría ser el siguiente con un 472%. Incluso Volvo Cars, que actualmente está valorada por el mercado con el doble de generosidad que las demás gracias a su ventaja en la electrificación, puede aumentar un 245% si acelera el ritmo.
En Europa, el principal motor de la electrificación son las normas de la UE sobre vehículos limpios. La propuesta actual de adoptar normas más ambiciosas requeriría pocos avances hasta 2030. No obstante, el estudio de Profundo muestra que en 2030 será demasiado tarde para hacer el cambio si los fabricantes de automóviles desean evitar daños financieros, con consecuencias posiblemente nefastas para los empleos del sector automovilístico.
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