Iván Segal (Renault): «España es el desierto de Europa en puntos de recarga»
Asegura que el sector no pide ayudas para el eléctrico: «Solo que cada uno haga su parte»
El tono cordial de Ivan Segal (Reims, 1971) se endurece una nota cuando se le pregunta por el coche eléctrico. Y eso que Renault, fabricante del que es máximo responsable para España desde principios de 2016, lideró el año pasado las ventas de este tipo de modelos, en nuestro país y en toda Europa, con su Zoe.
El utilitario, el cuarto eléctrico que comercializa la marca del rombo (junto con el cuadriciclo Twizy, fabricado en Valladolid, la furgoneta Kangoo y el furgón Master), logró su podio en España luchando contra los elementos. En particular, contra un obstáculo titánico: la falta de puntos de recarga. «Si ves un mapa de Europa, España es un desierto», lamenta Segal. «Hay quién dirá: es un rasgo cultural, del sur. Nada de eso. En Portugal el eléctrico está mucho más desarrollado ».
Diplomado por la École des Hautes Études Commerciales de Lille, Segal tiene claro el diagnóstico: «El Estado no ha hecho sus deberes». En la entrevista, realizada durante el pasado Salón de París, antes de la eliminación del gestor de carga, el directivo achacaba a esta figura legal buena parte de la culpa del atraso de nuestro país. Al obligar a aquel que quisiera ofrecer un punto de recarga a constituirse como empresa energética, suponía un freno al surgimiento de puntos de recarga. «Es un sistema único de España que no funciona».
Precisamente la escasez de puntos de recarga es, para Segal, el principal obstáculo para el despegue de los vehículos eléctricos. «Por la crisis, por falta de visión... no se han hecho las infraestructuras. Y es un problema mayor », resalta. En este sentido, ve más iniciativa en los Ayuntamientos de ciudades como Madrid o Barcelona que en el Estado, «que está perdido», y sufre la inestabilidad política derivada del cambio de gobierno.
La falta de infraestructuras obstaculiza que los fabricantes puedan colocar en el mercado sus productos electrificados. «Nosotros hemos invertido mil millones de euros en desarrollar una gama de vehículos eléctricos», destaca Segal, que considera que como marca han cumplido. Por ello, insiste en que como productor de vehículos «no pedimos ayudas enormes. Prefiero incluso bajar la cuantía de los subsidios y poner en marcha las infraestructuras. Solo buscamos que cada uno haga su parte ».
Mientras llega el despegue definitivo de este tipo de modelos el fabricante apostará por las versiones híbridas enchufables, como las que estrenarán el año que viene el Mégane y el Captur, fabricados en Valladolid y Palencia , que cubrirán el hueco del diésel. Un combustible al que el directivo ve aún futuro en algunos usos, como los vehículos comerciales de largo recorrido. También se apoyará en el gas licuado (GLP), para su modelo Clio, y para su marca de bajo coste Dacia, que está cosechando «muy buenas ventas».
El «car-sharing», rentable
El temor de la industria es que el necesario cumplimiento de los nuevos objetivos de emisiones suponga un incremento de los precios de los vehículos nuevos. «Las marcas no van a soportar el efecto enorme de pagar esos costes, y los precios van a subir», reconoce Segal, que apunta a que paralelamente también se popularizarán nuevas opciones de disfrute del automóvil, como el coche compartido.
En Madrid, Renault ya ofrece una solución de este tipo en colaboración con Ferrovial, denominada Zity. «No tenemos ninguna duda de que vamos a ganar dinero», asegura, tras los buenos resultados durante sus primeros meses de funcionamiento. Este sistema, además, supone una «primera etapa» para el surgimiento del coche autónomo . «La aplicación, la ubicación de los coches... el car-sharing nos permite aprender muchísimas cosas para el futuro».
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