Aparcar, las prisas o las rotondas, entre los motivos por los que más nos estresamos al volante
Debemos tener en cuenta que cualquier maniobra peligrosa o incidente en el tráfico puede desencadenar fácilmente en reacciones de defensa, hostilidad, tensión, agresividad o ansiedad
El estrés, ya considerado como una enfermedad, es un problema que nos acompaña en nuestro día a día, y más en la actualidad con la incertidumbre que ha creado la pandemia del coronavirus. Y es un sentimiento que también nos acompaña cuando nos subimos al coche , además de el hecho de lidiar con el propio sistema de tráfico , que puede suponer otra fuente de estrés mayor al volante. Entre ellas sobresalen la elevada densidad de tráfico, el aparcamiento, el ruido, la prisa, efectos ambientales, incorporaciones y rotondas.
Ante esto, debemos tener en cuenta que cualquier maniobra peligrosa o incidente en el tráfico puede desencadenar fácilmente en reacciones de defensa, hostilidad, tensión, agresividad o ansiedad; reacciones que pueden suponer un gran peligro en la carretera. Por ello, desde doppo by Zurich , nos ayudan a reconocer las tres etapas en que se puede manifestar:
1. Reacción de alarma : en esta primera fase, el cuerpo moviliza gran cantidad de energía. Aumentan los niveles de adrenalina y de glucosa en sangre, se incrementa la tasa cardíaca, la tensión arterial, el tono muscular, la respiración, etc. Nuestra mente centra la atención directamente sobre el estresor, desatendiendo el resto de información del ambiente. Por lo tanto, nuestra percepción, atención y la toma de decisiones se ven alteradas. Esta respuesta de nuestro cuerpo genera comportamientos peligrosos para la conducción como ser más competitivos y agresivos, lo que se puede interpretar como provocaciones al resto de conductores; más impulsivos y menos pacientes, lo que hace que tendamos a aumentar la velocidad, disminuir la capacidad de anticipación y cometer errores en la toma de decisiones; o incluso imprudentes y temerarios, generando una menor percepción del riesgo.
2. Fase de resistencia : en esta fase, las respuestas físicas y psíquicas del estrés se mantienen, aunque de forma menos intensa que en la primera fase. Será frecuente experimentar una menor tolerancia a la frustración. Por lo tanto, cualquier contrariedad que se dé en el tráfico, por pequeña que sea, puede alterarnos más de lo esperado.
3. Fase de agotamiento : si la situación generadora de estrés se prolonga en el tiempo, acabaremos sintiendo profundo agotamiento. Este se manifiesta en un claro deterioro en el rendimiento, provocando una circulación muy peligrosa con decisiones mucho más lentas; dificultad para mantener la atención y mayores posibilidades de distracción; aparición de fatiga e un incremento de la posibilidad de actuar de forma temeraria.
Al saber esto, y si antes de subir a nuestro coche reconocemos que estamos pasando por un momento de mucho estrés, la mejor decisión será evitar conducir, en la medida de lo posible, y acudir a un profesional. Asimismo, seguir una serie de recomendaciones para atenuar algunos de los efectos del estrés:
-Planear el viaje o desplazamiento con tiempo adicional.
-No imponernos una hora determinada para la llegada.
-Circular a la velocidad que nos encontremos más cómodos.
-Aceptar las circunstancias del tráfico.
-Tener paciencia con el resto de los conductores, manteniendo la distancia de seguridad.
-Evitar discusiones con los acompañantes.
-Controlar la temperatura dentro de vehículo.
-Conducir pensando en las propias acciones.
-Tener pensamientos positivos.
-Escuchar música relajante.
-Mantener un estilo de vida saludable: dieta equilibrada, ejercicio físico, buen descanso.
-Evitar el consumo de alcohol, tabaco y otras drogas y tener precaución con el consumo de estimulantes como el café o el té.
Noticias relacionadas