Muere Ferdinand Piëch, el último patriarca de Volkswagen
Transformó la empresa en un grupo de varias marcas dentro del gigante alemán: VW, Audi, Seat, Bugatti, Lamborghini y Porsche

«Mi marido falleció de manera súbita e inesperada el 25 de agosto de 2019», ha informado Ursula Piëch en un breve comunicado, en el que menciona «una vida marcada por la pasión por el automóvil y por los empleados que lo fabrican». Así es como Alemania ha conocido el fallecimiento del expresidente de Volkswagen, Ferdinand Piëch, leyenda de la industria del automóvil y que no ha sobrevivido mucho tiempo al desprestigio de la marca a la que dedicó su vida. El pasado sábado, durante la comida en un restaurante al que había acudido con su esposa, se desplomó y fue trasladado a un hospital de Rosenheim, en Baviera, donde falleció a causa de un fallo cardíaco.
La salida del Consejo de Vigilancia de Volkswagen de Ferdinand Piëch, junto con su esposa Úrsula, lanzó a las familias Porsche y Piëch, que poseían la participación accionarial mayoritaria, con 50,7%, a una guerra por el control de la empresa. Wolfgang Porsche, primo de Piëch y su enemigo número uno dentro de la compañía, apoyó la candidatura de Martin Winterkorn, cuyo «distanciamiento» de Piëch había sido precisamente el motivo de tensión entre los principales accionistas. Solo unas semanas después estallaría el escándalo del fraude de los motores diésel , que propulsaría a Winterkorn de la dirección y sumiría a la marca en la peor de todas sus crisis.
Piëch, que ha fallecido a los 82 años de edad, y que era nieto del inventor del popular «escarabajo» , había impuesto durante décadas un estilo de liderazgo patriarcal en una compañía que ocupó una cuota de mercado global de casi el 13%. El Grupo Volkswagen, bajo su dirección, operaba en 61 plantas de producción en quince países europeos y en más de seis países en América, Asia y África, contando alrededor del mundo con unos 370.000 empleados, produciendo unos 26.000 vehículos y vendiéndolos en más de 153 países.
Nacido en Viena en 1937 y obligado por su familia a empezar desde abajo en el negocio familiar, transformó la empresa en un grupo de varias marcas , VW, Audi, Seat, Bugatti, Lamborghini y Porsche, todas ellas dentro del gigante Volkswagen. De los ocho nietos de Porsche, y sin restar méritos a sus primos Ferry o Wolfgang Porsche, -el primero diseñó el 911 original-, Ferdinand fue el único genuínamente amante del motor. A los cinco años conducía su primer coche de juguete y a los nueve condujo en circuito por primera vez. En septiembre de 1952, tras el fallecimiento de su padre, fue enviado al prestigioso y elitista internado suizo Lyceum Alpinum Zuoz, un lugar duro y estricto, «donde aprendías a sobrevivir», recordaría más tarde, «allí aprendí a no confiar nunca en nadie y que algunas cosas tienes que hacerlas tú mismo».
Piëch estudió ingeniería mecánica con especialidad en turbinas de gas y vapor en la Universidad Cantonal de Zurich, Suiza, donde conoció a Corina von Planta, con quien contrajo matrimonio en 1959 y tuvo cinco hijos. En 1962 se doctoró con el proyecto de un motor de F1 y un año después comenzó a trabajar en Porsche, realizando ensayos con motores. Fue ascendiendo hasta la jefatura de desarrollo y con él se inauguró una auténtica era triunfal en lo deportivo, con victorias en casi todas las pruebas y circuitos. Entre 1968 y 1971 Piëch desarrolló un nuevo coche deportivo cada dos meses. De aquella época datan las graves desavenencias con sus primos que continuaron hasta el día de su muerte. Durante las vacaciones de Navidad de 1971, en la casa familiar de Zell Am See , se decidió salvar la situación con una modificación de los estatutos de Porsche para que ningún familiar ocupase cargos de responsabilidad en la marca, cuya gestión se encomendaría siempre a profesionales. Piëch se vio, con 34 años y cinco hijos, en el paro. En un intenso año de cambios, fichó como jefe de desarrollo de Audi e intimó con la que sería su segunda esposa, por entonces la mujer de su primo Gerard Porsche, Marlene Mason. «Me gustaba tanto como la moto que ella misma conducía», diría después de la que fue madre de otros dos de sus hijos, una lista que llega hoy a los 13. Úrsula, el último de sus matrimonios, llegó precisamente a su casa como niñera de tanta prole.
Para evitar la compra de Volkswagen llegó incluso a forzar un cambio legislativo con el que Alemania sorteó una decisión de las autoridades europeas y que hasta hoy se sigue denominando «Ley Volkswagen» . «Si quiero algo, o lo consigo o me mato en el intento», dijo por entonces, y en 1992 recaló finalmente en la empresa como consejero delegado y presidente del consejo de administración, en un momento en que la compañía perdía 5.000 millones de euros. Los estatutos de VW le obligaban a abandonar ese cargo diez años más tarde, con 65, y la dejó en manos de Bernd Pischetsrieder (ex BMW). Pero le bastó esa década para transformar completamente la empresa y reflotarla, dejando unos beneficios de 2.600 millones de euros y cifras de ventas de cinco millones de coches al año. Los 26 modelos que encontró a su llegada a la empresa se habían convertido en 65 en 2002. Seguiría dirigiendo la empresa desde fuera del cargo y guiándola por el proceloso camino de la globalización hasta la insubordinación de Martin Winterkorn, que acabó con su salida en 2015, poco antes del estallido del escándalo de emisiones Dieselgate.
Noticias relacionadas