El pequeño de la familia Q refresca su diseño y su tecnología, y no solo mantiene sus aires de «Enfant terrible», sino que abunda en ellos. Así, se dota de un carácter más agresivo, con unas líneas más musculosas, nuevas entradas de aire en el frontal (un guiño al Audi Sport Quattro de 1982 presente también en el A1 o el R8) y una nueva firma lumínica sobre la parrilla, que ahora se sitúa en una posición ligeramente más baja. En la zaga ahora hay nuevas inserciones laterales en el parachoques, han aparecido unas nuevas hendiduras bajo los pilotos traseros y se ha cambiado el difusor. Y el nuevo diseño de los paragolpes afecta, como en el nuevo Q5, a las dimensiones, puesto que crece ligeramente, en 17 milímetros