El hombre que murió en una fábrica de chocolate y otros sucesos raros de Madrid

El hombre que murió en una fábrica de chocolate y otros sucesos raros de Madrid

Vientos huracanados, muertes «dulces» en un molino de cacao, suicidios que «ni por esas»... Aquí, una selección de macabras historias que ocurrieron en la capital a principios del siglo XX

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Vientos huracanados, muertes «dulces» en un molino de cacao, suicidios que «ni por esas»... Aquí, una selección de macabras historias que ocurrieron en la capital a principios del siglo XX

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  1. La muerte «dulce» de Celedonio Montejo

    «En el molino de chocolate establecido en la Plaza de Antón Martín, número 58, ocurrió el martes una horrible desgracia». Así contaba en su año fundacional este suceso en el que falleció trágicamente un obrero de una fábrica de Atocha. «Bajó a la cueva donde funciona el molino un operario llamado Celedonio Montejo, de treinta y seis años, casado. Poco después bajaron otros operarios, sorprendiéndoles un cuadro aterrador», describía la escena el redactor. «El volante de la máquina giraba a toda velocidad llevando enganchado el cuerpo de Celedonio», explicaba.

    «Inmediatamente fijé parada la máquina, pero ya tarde», dijo uno de los compañeros testigos; «El cuerpo del infeliz obrero, enganchado sin duda por las ropas, estaba destrozado y medio desnudo. Cuando se presentó el Juzgado, no tuvo que hacer otra cosa que levantar el cadáver de Celedonio Montejo», concluía la noticia.

  2. Un suicidio que «ni por esas»

    El juez de guardia levanta el cadáver de un hombre que se suicidó en el Jardín Botánico de Madrid en 1905
    El juez de guardia levanta el cadáver de un hombre que se suicidó en el Jardín Botánico de Madrid en 1905 - ARCHIVO ABC

    La dicha desgraciada del protagonista de este suceso ni siquiera le permitió poner fin a su vida, por mucho que lo intentó. Santiago Sainz no acabó en el cementerio sino en el juzgado. El 27 de junio de 1905 fue conducido al juzgado de guardia después de que, horas antes, hubiera intentado inútilmente poner fin a su vida tres veces consecutivas. En la calle del Sacramento se arrojó al paso de un automóvil y en la calle Mayor al de un tranvía, pero ambos vehículos detuvieron á tiempo su marcha. En el último de sus desesperados intentos, quiso darse una puñalada en la delegación del distrito del Centro, pero también fue detenido á tiempo por uno de los guardias. Está claro que no era el día para Santiago Sainz.

  3. Otro suicidio con «mala puntería»

    Así era el Madrid de 1905
    Así era el Madrid de 1905 - ARCHIVO DE ABC

    Hasta cuatro disparos tuvo que efectuar Pedro Cantero Rico sobre su sien derecha para quitarse la vida. «Porque Encarnación Álvarez se negó á reanudar las relaciones íntimas que había mantenido con Pedro Cantero Rico, carpintero, de treinta y nueve años, se pegó éste cuatro tiros de revólver en la sien derecha, esta mañana, en Madrid, en el patio de la casa número 35 de la calle del Olivar, donde habita Encarnación», contaba ABC en el la sección «Al cerrar la edición». Este sí que falleció, aunque no al instante, porque aún le dio tiempo de ser trasladado a la Casa de Socorro.

  4. Un zapatero con «buenas tragaderas»

    Talleres de ABC en 1905 de donde salían impresas estas curiosas noticias
    Talleres de ABC en 1905 de donde salían impresas estas curiosas noticias - ARCHIVO ABC

    Hermenegildo Picó se tragó sus deudas, literalmente. Ocurrió el 27 de junio de 1905 en su zapatería de la calle de Espoz y Mina, 17. El zapatero había recibido de Felipe Sánchez Cristino la cantidad de 240 pesetas en cantidad de préstamo, entregando, para responder de ellas, un pagaré que venció el día tres de dicho mes. Tras varias semanas sin cobrar se presentó el acreedor para hacer efectivo el pagaré en casa de Picó. Éste le arrebató el documento metiéndoselo en la boca y tragándoselo. Ante semejante escena, Sánchez Cristino solo pudo dar cuenta de lo ocurrido en el juzgado de guardia.

  5. El viento tuvo la culpa

    Ruinas del lavadero de Puente de Vallecas hundido por el viento en julio de 1905
    Ruinas del lavadero de Puente de Vallecas hundido por el viento en julio de 1905 - ABC

    «Se habló de un ciclón, del incendio de un lavadero y hasta de una explosión», decía la crónica de ABC aquel 22 de julio de 1905. Por las calles de Madrid la noticia corrió como la pólvora un día antes. Se había derrumbado, por unas fuertes rachas de viento, la cubierta del lavadero de Puente de Vallecas aplastando a las mujeres y los niños que allí se concentraban. «Forman el lavadero dos hileras de pilas de portland, con cubierta de teja marsellesa, sostenida por pies derechos, en los cuales se apoya el armazón de madera», describía el periodista. «Ocasionó el hundimiento una ráfaga de viento huracanado», apuntaba. «El vendaval volcó momentos antes dos carros de bueyes cargados de mieses», explicaba. El estrépito se oyó en todo el barrio, que salió a socorrer a las víctimas. El resultado varios muertos y medio centenar de heridos.

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