Una «Ley Seca» de lo más refrescante
Harvey's, un local inspirado en los «speaksy» de los años 20
Cuando el Gobierno de Estados Unidos decidió ilegalizar el consumo de alcohol, muchos se frotaron las manos. Hecha la ley, hecha la trampa. Así, durante los violentos y cinematográficos años de la Ley Seca, fue como surgieron los «speakeasy », establecimientos en los que había que susurrar para que no se supiera que vendían alcohol de contrabando.
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Su estética perduró hasta la época dorada de Hollywood, en la que se crearon joyas cinematográficas como « El invisible Harvey », de la que este local de la calle de Fuencarral ha tomado el nombre para inspirar un cocktail-bar-restaurante que, afortunadamente, no tiene que esconderse de nadie, sino todo lo contrario.
Música de la buena
El cincuenta por ciento de las razones del éxito de Harvey’s lo da la genial banda sonora que acompaña, elegida por su dueño Eduardo Gutiérrez, y el otro cincuenta sus apetecibles cartas. Por un lado, la líquida, con 12 cócteles de autor como el refrescante «El invisible», servido en el clásico vaso de julep, con vodka, lima, drambuie, marrasquino y jengibre; el «Far away eyes», cocktail tiki con ron de barbados, cassis, lima, absenta y marasquino; o el «For the good times», muy solicitado entre la clientela femenina, hecho con mezcla de rones, té verde aromatizado, agua de azahar y zumo de limón, a los que se suman las nuevas incorporaciones con base de jerez.
En cuanto a la carta sólida, no faltan los básicos americanos llenos de contrastes multiculturales como sus famosos tomates verdes fritos macerados en cerveza, rebozados con harina de trigo y maíz con salsa remoulade, y los platos donde se combina la habilidad coctelera con la comida, como el ceviche al daiquiri de jengibre, o la crema de melón al vermut. Sin dejar de lado sus hamburguesas o sándwiches -como el de pastrami- o el Phily Cheesesteak.
Como en Sunset Boulevard
Pasar un rato en Harvey’s es como entrar en una máquina del tiempo. De la paredes cuelgan elegantes cortinas de terciopelo rojo bajo una luz tenue al estilo de los años dorados de los nightclubs de Los Angeles. Su barra, amplia y con un imponente arsenal de destilados y utensilios para coctelería, tiene una zona de «american booths» , donde los clientes se sienten como si estuvieran en Sunset Bulevard en 1927. Una pintura mural preside la sala con los retratos de Harvey (el conejo invisible que acompañaba a James Stewart a beber Gin Martinis en la película «El invisible Harvey», de Henry Koster ) y del propietario, que ha creado un local «con un encanto especial, que ha conseguido atraer especies de todo tipo, desde bohemios y artistas de Malasaña, público gay de Chueca, amantes de la música y del cine, celebridades, paladares exigentes de la alta coctelería....».
A finales de julio Harvey’s celebra su tercer aniversario con una fiesta en la que invitarán a exóticos ponches de rones.