El viejo arte de torcer puros… en Madrid
Es oficio artesanal se ha traslado desde el mar Caribe hasta un estanco familiar de la Plaza del Perú para cautivar a los madrileños amantes de estos cigarros únicos
Aline mantiene húmedas, bajo una toalla de mano, las hojas más delicadas de un puro: la «exquisita capa». A los pies de la mesa tiene una prensa en la que los cigarros toman forma, apilados en moldes de madera. El aroma llena la pequeña esquina que ocupa, silenciosa y concentrada. Un rincón que invita a viajar hacia el mar Caribe, hacia sus playas, su gente…eso sí, desde el estanco de Eugenio y María Antonia en Madrid. Un despacho familiar, en plena plaza del Perú, que ha contado estos días con la presencia de una maestra torcedora de puros VegaFina. Un viejo oficio artesanal que las máquinas aún «no saben hacer» y con el que ha cautivado a los madrileños amantes de los puros. Ante ella, las caras de sorpresa de los clientes.
Viene de recorres más de 60 estancos de toda España para enseñar su oficio. Un arte que aprendió de la abuela paterna de sus hijos hace diez años. «¿Puedo comprar los puros que está haciendo la señorita?», pregunta un cliente anonadado por la maestría con la que Aline tuerce cada uno de los cigarros. «Son los mismos que van en la cajas. Estos solo son de demostración. Todos están hechos de la misma manera», explica ella sin dejar de repetir los movimientos mecánicos que dan forma al tabaco.
Sobre la plancha de acero, las uñas pintadas de rojo de sus manos destacan sobre el color pardo del tabaco. Mientras describe con paciencia su trabajo a los curiosos clientes su mente se traslada a la fábrica de La Romana en la que trabaja en República Dominicana: Tabacalera de García. Es la más grande del mundo y, además de los VegaFina que tuerce Aline, produce marcas como Montecristo o Romeo y Julieta.
Una báscula de precisión en sus manos
«Parece que tiene una báscula de precisión en la mano», explica este estanquero al que le salieron los dientes detrás del mostrador. Pese a ello, no fuma cigarrillos. «Me encanta el mundo de los cigarros puros y solo fumo eso», dice. «Es un mundo como el de los buenos vinos, para disfrutarlos», cuenta a ABC . En su establecimiento, la joya es la cava de puros. «Es un capricho. Vivimos de los cigarrillos pero esto es más bien por afición», añade. Entre tanto, Aline agrupa en la palma de la mano la «tripa» del cigarro. Deben ir en un orden determinado para garantizar que la combustión sea la esperada. «Es la parte más importante para un fumador de puros y evita que el cigarro se apague», explica pacientemente.
«Tripa», «volado», «capote», «capa»… El puro va tomando forma en las manos de Aline mientras los nombres de cada una de sus parte «suenan a chino, incluso al cliente que se denomina entendido», comenta Eugenio. «Al final lo más importante es disfrutarlo», dice la torcedora dominicana. ¿Aline, fumas puros? «Sí, por supuesto y me encanta», dice sonriente.