Alfombra roja en Madrid en honor a Givenchy

Vanity Fair inauguró con una gran fiesta la exposición que el museo Thyssen Bornemisza dedica al diseñador francés

Alfombra roja en Madrid en honor a Givenchy de san bernardo

beatriz cortázar

«Qué gusto estar todos juntos», me confesaba Carmen Thyssen a la entrada del que ha sido el gran sarao del arranque de la temporada en Madrid. La baronesa se refería a la foto de familia que en ese momento se estaba haciendo junto a su hijo Borja y su nuera, Blanca Cuesta, espectacular en su séptimo mes de embarazo con un vestido minifaldero de lycra negra. La frase, sin embargo, podría haberla hecho extensiva al elevado número de invitados que, la noche del pasado lunes, se sumaron a la fiesta en honor del maestro de la alta costura, Hubert de Givenchy , en la sede del museo.

Con una esmeralda impresionante y con cierto retraso, a pesar de ser la anfitriona, Tita se mostró fascinada con los vestidos del modisto. «Yo tengo un Givenchy», me dijo. Blanca, por su parte, contó que aunque en un primer momento se «filtró» que el cuarto hijo que espera era la deseada niña (ya son padres de tres varones), hasta hoy «no sabemos el sexo de nuestro bebé, ya que en las ecografías que nos ha hecho el doctor Recasens nunca se podía ver con claridad».

Quien tuvo y retuvo algunos de los mejores diseños de Givenchy fueron dos de sus incondicionales, como la española Sonsoles Diez de Rivera y la que fuera musa del modisto y ahora consuegra de Beatriz de Orleáns, Claudine Marguerite Tritz, duquesa de Cadaval, que acudió con su hija y con su yerno, Michel de Orleáns.

Por la alfombra roja del Thyssen también desfilaron Pilar González de Gregorio, que casi coincide con su ex, Tomás Terry; la diseñadora venezolana Carolina Herrera, que llegó con su marido, Reinaldo Herrera, y con Mercedes de Ybarra. Elegante y con ese punto que impone, Carolina estaba fascinada contemplando esas creaciones de los 60, 70 y 80, mientras señalaba cómo Givenchy era el autor de tantas tendencias como el cuello caja o la famosa blusa blanca que ella tanto defiende.

Precisamente de blanco y resaltando sus joyas apareció Miriam Ungría, a quien todo el mundo adora, mientras que de negro etiqueta fue Katia Guerrero junto a Fernando Martínez de Irujo. Y con su madre, la duquesa de Franco, que siempre es la mejor compañía, apareció Carmen Martínez Bordiú. «Estoy feliz», me contestó flamante. Ni su ruptura sentimental con el rey del desguace, Luis Miguel Rodríguez (por cierto, acaba de ganar su abogada Teresa Bueyes una demanda a Telecinco por algunos comentarios que consideraba atentaban contra su imagen y honor) ni las fotografías que una revista publicaba esa misma mañana de ella en chándal por la calle le amargan la vida. Es lo bueno de Carmen, que siempre sabe sobreponerse a todo. Otros invitados fueron Alfonso Diez, duque de Alba; Jaime de Marichalar, Tessa de Baviera, Cari Lapique, Pitita Ridruejo, Marina Castaño, Alessandra de Osma, los Trapote...

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