crímenes históricos
El asesinato a martillazos por 120 dólares de un exdiplomático chino
Tenía una deuda con un joven estudiante filipino que, al no recibir su dinero, comenzó a golpearle destrozándole el cráneo
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Martín Wang-The-Yen era un exdiplomático chino que se había convertido al catolicismo y mudado a Madrid. Precisamente en la capital, donde había sido destinado como representante del Gobierno establecido en China por los japoneses de 1942 a 1945, contraería matrimonio con Lipsie-Tang-Ting, natural de Pekín.
Su vida parecía apacible y tranquila en este rincón del mundo tan alejado de su hogar, pero a Wang-The-Yen le aguardaba un terrible destino. La mañana del 30 de enero de 1957 el exdiplomático fue asesinado a martillazos.
Martin Wang-The-Yen había fijado en Madrid su residencia fija y se dedicaba a comerciar con joyas y antigüedades. Había adoptado el catolicismo como religión y vivía con su esposa en la calle de Fernán González 49. Aquella fatídica mañana, alrededor de las once, Danilo Inocencio Mendieta, natural de Manila y de veinte años de edad, se presentó en su domicilio. Danilo era un estudiante de Ciencias Químicas al que Wang-The-Yen debía ciento veinte dólares.
El estudiante se presentó en su hogar con el firme propósito de exigir el pago de esa deuda. Se cree que el exdiplomático discutió con el joven que al no recibir su dinero perdió la paciencia y comenzó a golpear a Wang-The-Yeng con un martillo. Cuando éste cayó en el suelo, el estudiante vio la ocasión perfecta para forzar los muebles y buscar un dinero que nunca apareció.
Frustrado ante esta circunstancia, el joven Mendieta abandonó el domicilio cruzándose con un inquilino de la pensión, el señor Wong-Mang-Tin, de 51 años y propietario de un teatro-circo chino. El hombre salía del cuarto de baño y aún se encontraba en pijama cuando Mendieta le atacó. Tras este estallido, el estudiante se arrojó por el balcón de Wang-The-Yen.
El fatal destino de Wang-The-Yen
El exdiplomático, que tenía el cráneo destrozado, fue operado de urgencia pero falleció poco después. El señor Wong-Mang-Tin corrió mejor suerte y fue ingresado por sus lesiones. El joven agresor por su parte no murió en la caída y tras despertar en el hospital trató de fugarse sin éxito.
Wang-The-Yeng no pudo disfrutar de la ciudad donde pasó sus últimos años y por la que abandonó su China natal. Por su parte, el joven Mendieta, que había sido condenado a 28 años de prisión por un delito de robo con homicidio, fue indultado en marzo de 1964 por el ministro de justicia y puesto en libertad.