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El incendio que casi acaba con la Plaza Mayor en 1631

Tres días de infierno hicieron que los madrileños se encomendasen a lo divino para evitar la tragedia

El incendio que casi acaba con la Plaza Mayor en 1631 luis ramírez

b. f. rebolledo

La Plaza Mayor ha sido un lugar esencial en la vida de los madrileños durante siglos. Las corridas de toros, los mercados navideños o los autos de fe en tiempos de la Inquisición, se convirtieron en algo rutinario, pero hubo tres momentos en su historia en los que la plaza casi desaparece.

Tres grandes incendios marcaron la Plaza Mayor. El primero se produjo en la noche del 6 al 7 de julio de 1631 . Un viejo horno empezó a echar chispas cerca de la Casa de la Carnicería. Gracias al material con el que se construían los edificios en aquella época, el fuego comenzó a extenderse sin control.

Durante tres días las llamas se adueñaron del lugar. El incendio tuvo tal trascendencia en la vida de los madrileños que el rey Felipe IV y el Conde-Duque de Olivares hicieron acto de presencia para valorar la situación e intentar parar el fuego que destrozaba todo cuanto se ponía en su camino.

El milagroso cuerpo de San Isidro

Ante tal situación, los ciudadanos decidieron que solo se podía hacer una cosa: encomendarse a lo divino. Así es como el cuerpo incorrupto de San Isidro acabó en la plaza con la esperanza de que intercediese de alguna forma y acabase con las llamas de forma milagrosa. Entonces se creía tanto en el poder divino del cuerpo que acabó en una ocasión en la cama de un rey con la esperanza de que así sanase.

Felipe IV también propuso traer las vírgenes más veneradas, la de la Almudena y la de Atocha , y ante esta situación, los vecinos decidieron improvisar sus propios altares en sus balcones y sus portales.

Trece personas perdieron la vida en aquellos tres días, veintiséis casas quedaron totalmente destruidas y veinticuatro más se vieron afectadas. Tal y como vino el fuego desapareció, pero el rastro que dejó duró mucho tiempo de tal manera que hubo que celebrar las fiestas en otros puntos de Madrid. Por desgracia la céntrica plaza tendría que soportar los golpes de las llamas en dos ocasiones más.

El incendio que casi acaba con la Plaza Mayor en 1631

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