elecciones 24-m

Gabilondo y Carmona: Objetivo acabar con el reinado absoluto del PP en Madrid

Los dos candidatos del PSM a la Comunidad y al Ayuntamiento conversaron sobre sus opciones, por separado, con ABC

Gabilondo y Carmona: Objetivo acabar con el reinado absoluto del PP en Madrid

i. reyero/ t. g. rivas/ m. i. serrano

Ángel Gabilondo (San Sebastián, 1949) destila modestia, prudencia y, sobre todo, sensatez al admitir que es enorme el «desafío» de ganar para el PSOE la Comunidad Madrid, donde los socialistas no gobiernan desde hace veinte años. Mucho más que su compañero de filas, Antonio Miguel Carmona (Madrid, 1963), que se muestra arrollador, seguro de sí mismo, convencido de que él será el próximo Alcalde de Madrid. Los dos candidatos del PSM a la Asamblea y al Ayuntamiento de la capital, conversaron con ABC la semana pasada, por separado, aunque negaron que haya desencuentros, como mucho «malentendidos» ya resueltos.

Primero compareció Gabilondo, quien reconoce haber aparcado «una vida muy apacible en la Universidad», donde da clases de Metafísica, para someterse a la «sobreexposición» del foco mediático, bajo el que no se encuentra tan cómodo como el «tertuliano» Carmona. Pero asegura que su «compromiso» por la cosa pública puede más. Independiente sin carné socialista, opina que la política «no es patrimonio de un grupito» y cree que su fichaje para ser el candidato socialista a la Presidencia de la Comunidad de Madrid es buena muestra de que «se ha activado la conciencia cívica» de la sociedad española. «Hay miles de ciudadanos que no son de ningún partido y pensar que no les interesa la política ha sido un error. Los partidos han entendido que necesitan abrirse».

Diplomático, huye de los líos internos en el PSM –«los noto más calmados, pero de Tomás (Gómez) no voy a decir nada»– y prefiere hablar para «construir», lejos del barro que ensucia las campañas. Mientras apura una brocheta de fruta, Gabilondo dibuja su idea del Madrid que ansía. «Creo en una región abierta, plural y culta, pero no la cultura como elitista, sino hospitalaria e integradora, como es», enumera. Cualidades que Ferraz observa en él, convencidos de que su talante conciliador y facilitador de pactos les llevará al Gobierno.

El espejo del «viejo profesor»

Preguntado por el espejo del alcalde Tierno Galván que el PSOE le coloca de frente, Gabilondo se retrae. «Soy incomparable con el viejo profesor. Es otro tiempo, otro perfil, otro estilo. Me siento menos personaje. Me parece demasiado importante, muy simbólico, que ejerció una verdadera influencia en la transformación (política del país). Yo soy más un ciudadanos como tantos, sinceramente».

Y si tiene que pactar para gobernar, ¿con quién lo hará? «Con quien defienda las políticas públicas, la regeneración de las instituciones y el empleo digno y de calidad», apunta sin exhibir preferencias en futuras alianzas tras el 24-M. Y adelanta una frase «que encierra perversidad», esperando el vuelco electoral:«En junio se cumplirían veinte años de gobiernos del PP en Madrid».

Es aquí cuando el exministro de Educación con Zapatero se remanga el traje de candidato y denuncia que los sucesivos gobiernos populares «han lesionado la dimensión pública de la Educación, la Sanidad y los servicios sociales». Sin levantar el tono, asegura que «se han tocado puntos neurálgicos» y se centra en la destrucción de empleo público y en un sistema de libre elección de médico y colegio que no le convence. «Ya sé que la palabra libre es preciosa. Pero hay que ver qué significa eso y si operativamente funciona o si, al contrario, aumenta la desigualdad», sostiene Gabilondo, que hará batalla contra la subida de tasas impuestas en la Formación Profesional y la Universidad.

Aunque fiel a su carné de socio de la Real Sociedad, Gabilondo se siente madrileño de adopción. «Madrid me ha hecho crecer como hombre. Siento que le debo algo. Llevo aquí cuarenta años, aquí han nacido mis hijos, he sido Rector de la Autónoma... Hago un compromiso con Madrid. No vengo a estar un mes, a hacer una campaña y si pierdo me voy... No, no, no... Estaré una legislatura», promete.

La intensidad del televisivo Carmona

La llamada de las urnas la oyó Carmona hace dos años y medio, cuando, según dice, un ciudadano le aseguró que sería el próximo Alcalde de Madrid. Desde el pasado verano se levanta a las seis y se acuesta a la una de la madrugada. Su jornada cabalga entre tertulias, actos políticos y reuniones para alumbrar el programa con el que aspira al Palacio de Cibeles. Sostiene que cada día le paran por la calle votantes del PP para asegurarle su apoyo al Ayuntamiento el próximo 24-M. «Soy de centro y quiero un cambio tranquilo para Madrid», asegura, convencido de ganar. «Estaré como mucho ocho años», apunta,en modo arrollador. Se define como «liberal», aunque choque con la esencia socialdemócrata de su partido, a cuyas siglas jura fidelidad. «Será el único donde militaré toda mi vida. Nunca me he planteado irme. Intento ayudar a cambiar el PSOE».

Ni siquiera pensó en soltar la rosa cuando su mentor y gran amigo Tomás Gómez fue descabalgado por Pedro Sánchez de la secretaría general del PSM, plaza que a este oficial del Ejército del Aire («reservista») le gustaría gobernar.

Famoso por las tertulias de «prime time», promete que los bolos televisivos acabarán cuando llegue al Ayuntamiento, al contrario que su amigo Antonio Costa, alcalde de Lisboa, que las mantiene... «Las he utilizado para darme a conocer», concede, consciente de su «tirón» de popularidad. Pero el debate dentro de las instituciones será bien distinto, asume. «Los cuatro, cinco o seis grupos que haya en el Ayuntamiento van a tener que decidir con su voto afirmativo o abstención si la alcaldesa es Esperanza Aguirre o Antonio Miguel Carmona», puntualiza, seguro de que el reinado del PP en Madrid está al caer.

No teme a sus rivales –«no tengo nada que ocultar», avisa a sus enemigos–. Y entierra cualquier habladuría de guerra con su compañero Ángel Gabilondo, el sustituto de Gómez: «Coincido en todo y me llevo muy bien con él. Me ha sorprendido para bien y me parece un excelente candidato». En cuanto llegara a Cibeles, su prioridad sería limpiar la villa. De porquería y, sobre todo, de corruptelas. «Aguirre es la madre de la corrupción. Si uno de los míos se ve implicado en un caso, no tiene kilómetros para correr», expresa con chanza, dejando dos titulares por cada frase.

Oficina Antifraude

¿Y si fuera él imputado por cualquier asunto? «Dejaría la política», sella con sus palabras. Carmona avanza que crearía una Oficina Antifraude si llega a Cibeles. Aunque «no es garantía de nada», afirma que al menos «habría localizado el Jaguar de Mato». Esta oficina estaría dirigida por un magistrado en excedencia que investigue las decisiones políticas del alcalde y del último concejal. «El interventor audita la imagen fiel de la contabilidad y de las finanzas públicas, pero no las decisiones políticas. Así se cuidarán mucho de no tomar decisiones que favorezcan a sus familias».

El diputado autonómico promete que en un año tendría solucionado lo que él considera una prioridad: «Limpiar las calles, asfaltarlas, iluminarlas y dar más seguridad a la ciudad». También adelgazaría la Administración: «Sobran políticos en el Ayuntamiento y la mayor parte de los asesores. Hay más de 250 elegidos a dedo. Se ha convertido en una auténtica catedral de la negligencia. Mis cargos de confianza serían casi todos funcionarios», expone.

Este economista, profesor en la Universidad San Pablo CEU, tiene claro cuál será su pilar para atraer votos: hacer de Madrid la «capital del Español» y la cultura. Para ello convertirá el mercado de frutas de Legazpi en el Palacio de la Lengua. «No tenemos puerto de mar, ni industria, ni podemos invertir en vivienda porque ya tenemos 200.000 vacías», añade, seguro de que el activo fundamental de la villa es la Cultura. «La estancia media del turista es de 1,9 días. Mi plan ha excitado a los grandes hoteleros. Podríamos triplicar visitantes. Hay que pasar de ser la capital de 3,2 millones a la de 500 millones de habitantes».

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