«chalé de los horrores»
La incineración del primo del casero imposibilita revisar su suicidio
Los investigadores estrechan el cerco sobre la participación de Bruno en la desaparición de su tía hace cuatro años. «Él me dice que la llama de vez en cuando», explicó su padre
El suicidio del hijo de Liria H. H., dueña del denominado chalé de los horrores de Majadahonda , no podrá ser investigado. El juez otorgó el correspondiente permiso para incinerar sus restos en 2010 cuando se produjo la trágica muerte de José, porque no vio indicios que apuntaran a que esta no fue voluntaria. Así lo ha podido saber ABC de fuentes próximas al caso.
La Guardia Civil pretendía revisar el informe forense con el fin de determinar si el sospechoso de descuartizar a su inquilina y arrojar sus restos a la basura, Bruno Hernández, de 32 años , pudiera estar detrás de ese óbito en las pesquisas que realizan para determinar el paradero de su tía, de la que nada se sabe desde 2011.
Ahora, aunque parece que el detenido está al margen del fallecimiento de su primo, lo cierto es que tanto los investigadores como el titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Majadahonda, trabajan con la hipótesis de que Bruno está relacionado también con la extraña desaparición de su pariente, tal y como adelantó ABC hace una semana .
A ese respecto, las fuentes consultadas por este diario precisaban que buscaban ya a dos cadáveres: el de la última arrendataria, Adriana Gioiosa, de 55 años, a la que se le perdió la pista tras regresar de su país natal, Argentina, hace justo un mes. Los restos de sangre hallados en la trituradora que Bruno tenía escondida en el sótano, bajo llave, junto a medida docena de armas blancas y varias piezas de la máquina que estaba desmontando, despejaron todas las incógnitas: eran de la argentina en un 99,9999%.
«Cuatro años sin hablar con Liria»
A Liria H. H. se la perdió la pista inopinadamente tras el trágico final de su único hijo. Deprimida, y visitada por su sobrino , le habría cedido el usufructo de su vivienda en un documento cuya firma están verificando los calígrafos por si hubiera sido falsificada. Tras poner a la venta la casa, única propiedad que le consta, nadie la volvió a ver. El sospechoso (que padece esquizofrenia) se dedicó a gestionar los alquileres de las habitaciones y adquirió como inversión un terreno rústico en Santa Cruz de la Zarza (Toledo).
De las cuentas de la desaparecida, todas, salvo una, han sido canceladas. Solo le constan los ingresos de la pensión –unos 20.000 euros desde entones– y pequeños gastos de luz y agua de la vivienda. Ni un solo reintegro.
El detenido ofreció a su padre, Juan Enrique, (hermano de Liria) versiones rocambolescas y contradictorias. sobre su paradero. Así, le dijo que «la llevó por pueblos de Ávila a buscar casas bajas pero no recuerda por dónde; que la dejó en algún sitio de esa ciudad -una residencia- y que tampoco sabía si la dejó a las afueras o la llevó a un pueblo», según recoge en uno de los autos el juez.
En 2011 dejó de pagar impuestos
El padre de Bruno explicó que la familia – enfrentada en la rama paterna por una herencia – lleva cuatro años sin hablar con ella «y que es su hijo el que le dice que lo hace de vez en cuando». Otros hermanos han explicado que no la ven desde el entierro de su hijo José.
Lo cierto es que Liria dejó de pagar impuestos municipales en Majadahonda los años 2011-12 y 13. Así consta en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM), en donde el ayuntamiento majariego le requería el abono de los tributos. Se trataría de recibos que no tendría domiciliados. Ello encajaría con las fechas en las que se le perdió la pista.
En busca de alguna pista de las dos desaparecidas, el 23 de abril el juez autorizó a los agentes del Instituto Armado a que registraran el terreno rústico adquirido por Bruno en un pueblo de Toledo. Ahí, hallaron 22 restos biológicos de los cuales dos podrían ser de sangre.
Los investigadores estrechan el cerco en torno a Bruno y la extraña desaparición de su tía. El resultado se conocerá muy pronto.
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