Cercedilla, tesoro gastronómico y natural
Su abrupto perfil contrasta con la calma y serenidad de sus rutas y senderos, antípodas de Madrid a menos de una hora de distancia
![Cercedilla, tesoro gastronómico y natural](https://s3.abcstatics.com/Media/201502/27/cercedilla2--644x362.jpg)
Conste que, aunque con ánimo objetivo y rigurosa pulcritud, escribe quien abandonó la infancia a los pies de Siete Picos, entre balones, risas, brindis y coqueteos. A menos de una hora de la ciudad de Madrid, pero a la vez en sus antípodas, en Cercedilla convergen la calma y serenidad de sus extraordinarias rutas y senderos, tesoros naturales en plena Sierra de Guadarrama, y la plácida y bulliciosa atmósfera de una de las mejores ofertas gastronómicas de la comunidad.
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Dada su proximidad, este viaje puede que no sea considerado como tal, pero una vez inmerso en él es probable que no encuentres una sola referencia a lo cotidiano . En el pueblo, situado al noroeste de Madrid, se concentran distintas dimensiones que se reconocen no sólo en sus paisajes y rústicas construcciones, sino especialmente en los espacios surgidos de la confluencia entre ambos.
Rutas históricas
Desde la llegada, por carretera o en tren, las posibilidades son, efectivamente, infinitas. El Valle de la Fuenfría, frontera natural con la provincia de Segovia, es el corazón natural del municipio. Incrustrado entre las escarpadas cumbres de la Sierra, de él no sólo brota el río Guadarrama, que bebe del arroyo de la Venta, sino también, y especialmente en este caso, algunas de las alternativas para tu fin de semana.
Entre sus numerosas sendas destaca la histórica Calzada Romana, otrora nexo entre Madrid y Segovia. Construida en el siglo I d.C., tiene una longitud de casi cuatro kilómetros que llevan hasta el Puerto de la Fuenfría; a su paso, distintas construcciones se configuran como crónicas en piedra de sus siglos de vida. Esta ruta, que permite observar especies vegetales protegidas como tejos y serbales, conecta con caminos homólogos como la Calle Alta, Los Miradores o el Pico de Majalasna.
Es ésta última la que conecta con el primero de los Siete Picos, una suerte de patrimonio geográfico y simbólico de Cercedilla y su gente. Recorre parte del popular camino Schmid hasta regresar al Valle de la Fuenfría. Con más de doce kilómetros, se alcanzan casi los 2.000 metros de altitud. Al igual que otras sendas, tales como G.R. 10, Puricelli, el camino del agua o la senda Victory, la sensación que te invade es que toda la naturaleza de la Sierra de Guadarrama cabe aquí bajo tus pies.
El citado camino Schmid es la unión más conocida entre el Puerto de Navacerrada -que se encuentra en el término municipal de Cercedilla y no en el del pueblo homónimo, como generalmente se cree- y el Valle de la Fuenfría. Al norte, se hallan los frondosos pinares de Valsaín; al sur, los de Cercedilla, en lo que se eleva como uno de los mejores espacios de pino silvestre del Sistema Central. Como anécdota, cabe decir que su nombre remite a 1926, cuando Eduardo Schmid, socio de la Real Sociedad Española de Alpinismo Peñalara, señalizó la ruta que lleva hasta el albergue que la sociedad tiene en el Valle de la Fuenfría.
Rincones con encanto
Partícipes únicos de sus perfiles de postal, existen tantos restaurantes y rincones como alabanzas y visitantes acumula su abrupto pero atractivo perfil. Ya sea como visita fugaz, de ida y vuelta, o como paréntesis y culminación de un día de marchas , el pueblo y sus alrededores prometen una cita gastronómica única.
Sus extensos prados, amoquetados de un verde especialmente revelador, adivinan el alcance de su carne de vacuno. Locales como El Rancho de Javi, Yeyu, El Asador de Ángel o El Chivo Loco, situados en pleno pueblo, o Los Frutales, otro ejemplo más entre las decenas de opciones, ofrecen una exquisita preparación de chuletitas, solomillo o entrecot; una ponderación elevadísima que es norma en Cercedilla y en toda la sierra noroeste de Madrid.
Solapados a ellos, pequeños hotelitos rurales, el broche a una jornada de ensueño o el inicio de una noche mágica. Luces de Poniente, Las Rozuelas o Los Castaños, también entre otros muchos, son una ventana que Cercedilla abre al inigualable entorno que hace a uno y otro único y especial.
Un apunte rápido, referido al turismo urbano, si es menester un paseo por sus callejuelas estrechas. La historia del esquí es parte inherente de la propia del pueblo. Así, a unos metros del Ayuntamiento, se sitúa el Museo del Esquí , en honor a Paco Fernández Ochoa, hijo del municipio y único español con medalla de oro en unos Juegos Olímpicos de invierno, conquistada en Sapporo 1972. Su estatua, brazos en alto, rememora la gesta y preside la entrada al museo, leyenda y mito «parrao».