Del «showgirls» al Madrid Galáctico: el ocaso del templo de la noche
El Buddha del Mar no encuentra comprador tras cerrar hace un año por deudas Los dueños buscan ahora alquilar el local, que tiene licencia de ocio y restauración
Bajó el telón tras dar su última fiesta el día de Reyes de 2014. Desde entonces ha pasado ya un año y uno de los buques insignia de la noche madrileña, la discoteca Oh! Madrid, que pasó a llamarse después Buddha del Mar, para volver a su nombre primigenio, está cerrada a cal y canto. «Gracias a todos por habernos acompañado en este viaje», escribían entonces en su página web.
La sala situada en la carretera de La Coruña, que fuera punto de encuentro de generaciones de jóvenes y de la gente más guapa durante más de 20 años, incluidos los futbolistas de más renombre y los de la Selección Española de Fútbol, luce desde hace meses el cartel de «Se alquila».
Este «icono» vivió su época de vacas gordas cuando era el lugar elegido para celebrar fiestas, realizar presentaciones y todo tipo de eventos. Era el templo de los famosos y de los turistas nacionales y extranjeros
El negocio gestionado por los hermanos Lozano desde los años 90 fue durante décadas uno de los puntos obligados de cita nocturna en la zona noroeste de la ciudad en el que ver y ser visto. «Medio Madrid ha pasado por ahí», decían los entendidos.
La discoteca pasó por muchas etapas, cambio de nombre incluido, –entre ellos Show Girls y Oh! Cabaret–, reformas y renovaciones que costaron un dineral para terminar albergando un lugar donde poder degustar comida asiática en un restaurante espectáculo, tomar una copa en la sala de fiestas o bailar hasta el amanecer. Todo en uno. Fue el principio de su declive.
Exceso de aforo e impagos
Los problemas económicos agudizados por la crisis hicieron que la clientela descendiera y que los Lozano dejaran de pagar el alguiler y las nóminas de los empleados. A ello se añadió la subida del IVA y, según algunos, la presión administrativa y fiscal tras la tragedia del Madrid de Arena, así como los problemas por el aforo. De hecho, llegó a ser sancionada por ellos.
Al final, el espectáculo en la sala cesó y los dueños del local, los mismos que los del desaparecido restaurante La Pérgola, situado enfrente, buscan inquilino. Quieren devolverle a la vida. Llevan cinco meses comercializándolo y son muchas las visitas que ha recibido el edificio, que fue en su día una vivienda, explican a ABC fuentes cercanas. De momento, ninguna se ha concretado. La propiedad pide una renta de 50.000 euros al mes, la misma cantidad que a la familia Lozano.
De tres alturas, tiene un total de 1.775 metros cuadrados, parcela incluida, en la que hay un aparcamiento para unas 80 plazas. Del total, 1.500 metros cuadrados son construidos y dispone de dos terrazas interiores cubiertas. Uno de sus puntos fuertes es su emplazamiento, en Pozuelo-Aravaca, a escasos minutos del centro.
Licencias con varios usos
El otro son sus licencias de actividad: ocio y restauración. «Esto lo convierte en exclusivo, ya que ahora los ayuntamientos no otorgan esas licencias, hay poca oferta en el mercado, por lo que es el único de esas características en la zona». Además, podría ser explotado como hotel, gimnasio o supermercado, solicitando el correspondiente cambio a la administración local.
Un sillón dorado parece abandonado en mitad de la entreplanta. Era de la decoración de la discoteca. La mayoría de quienes se han interesado por el edificio lo ha hecho para destinarlo al ocio y a la restauración.
De momento no ha cuajado nada. Su futuro sigue estando en el aire. En la puerta, sobre una loma aún luce el primigenio cartel que se colocó, oxidado por el paso del tiempo: Oh! Madrid.
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