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El socialista que pudo gobernar Madrid y de cuya suerte en las urnas se burló Gómez
Rafael Simancas se queda provisionalmente al frente de un PSM cuya secretaría general ocupó justo antes de Tomás Gómez, una gestora como la que se formó tras su propia dimisión forzada por las urnas madrileñas
Rafael Simancas jamás olvidará el día en que decidió quién ocuparía el puesto número 13 en la papeleta destinada a lograr la presidencia de la Comunidad de Madrid en las elecciones autonómicas del 25 de mayo de 2003.
Pese a perder las elecciones, obtuvo suficientes diputados como para contar con los 9 de Izquierda Unida y arrebatar al PP su victoria en las urnas. Los cálculos de Simancas, que ahora regresa al primer plano de la actualidad para ponerse al frente de la gestora del PSM, no incluían la determinante abstención de dos de los suyos. Eduardo Tamayo Barrena y María Teresa Sáez protagonizaron una de las más polémicas ausencias jamás registradas en la Asamblea de Madrid.
Pese a ir perdiendo fuelle en la inmediata y posterior cita electoral en las que trató de descabalgar a Esperanza Aguirre, Simancas no se rindió fácilmente hasta 2007. Tras un sonoro batacazo electoral , y de la mano de José Luis Rodríguez Zapatero presenta su dimisión tras siete años como secretario general del partido en Madrid. Como ahora, se constituye una gestora que termina con la elección de Tomás Gómez.
Guerra fría Gómez-Simancas
Es ahí cuando uno y otro protagonizan el primer capítulo de la guerra fría que ha definido la relación entre ambos. Gómez se burla de los resultados electorales de Simancas. El destino cruel le reservaba dos sinsabores por ello, él mismo empeoraría los resultados una y otra vez, y sería, es, Simancas, quien ocupa de algún modo su lugar tras su destitución fulminante .
El ahora presidente de la gestora que, por obra de Pedro Sánchez, se ocupará de Madrid ha sido portavoz socialista en la Asamblea, senador, diputado en las Cortes y hombre de peso en significativas publicaciones socialistas (redactor jefe de Temas). Cercano siempre a los hombres del aparato, ha pasado sin embargo sin pena ni gloria en un silencio discreto que ahora saborea.
Tomás Gómez, siempre un díscolo. Se enfrentó a José Luis Rodríguez Zapatero, y se posicionó del lado de Carmen Chacón cuando Alfredo Pérez Rubalcaba fue elegido secretario general del PSOE. A Simancas se le conoce solo su guerrismo, término ya demodé, sin ninguna otra filia pública en los años en que Gómez ocupó su lugar.
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