Pruebas endoscópicas para encontrar los restos de Miguel de Cervantes
Se busca a un varón de unos 70 años, sin apenas dientes, artrosis en la espalda y lesiones en el brazo izquierdo
A base de endoscopias. Así es, desde ayer, la búsqueda de los restos de Miguel de Cervantes en la Iglesia de las Trinitarias de Madrid, en el barrio de Las Letras. Esta aventura mantiene el rumbo y alcanza su segunda fase —que puede extenderse entre diez y quince días—, centrada en la investigación de la cripta. Después de un primer análisis arquitectónico del edificio, la investigación, efectivamente, se afana ahora, nueve meses después del inicio, en el escrutinio de dicho lugar, donde se han descubierto varios enterramientos en el suelo, desconocidos hasta la fecha, además de 36 nichos a inspeccionar.
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La cripta, situada bajo la sacristía y a la que se accede por unas endebles y estrechas escaleras de madera, se ha convertido en una suerte de laboratorio improvisado donde se han colocado unas mesas en las que, junto a la bandera del Tercio con el combatió Cervantes, se dispone de todo tipo de instrumental, como un endoscopio que permite ver lo que contienen las tumbas sin necesidad de abrirlas.
«Nunca salió de aquí»
Enterrado en 1616, se sabe que el autor de Don Quijote de la Mancha «nunca salió» de la iglesia, como destaca el antropólogo Francisco Etxeberría, encargado de dirigir al equipo de expertos que llevan a cabo la investigación; «emocionado» por un proyecto que, asegura, combina «ciencia y cultura».
El suelo de la cripta, donde se estima que hay alrededor de cuatro enterramientos , ha despertado un interés especial, «nunca antes destacado», que abre nuevos horizontes en la investigación. «Pensamos que el suelo puede ser coetáneo con las construcciones del barrio; tenemos que pensar que Cervantes fue enterrado en ese suelo y que, si posteriormente se hicieron remociones, lo que pudo pasar es que fuera trasladado a algún nicho», añade Etxeberría, que reconoce que, si así fuera, entrañaría una «dificultad verdadera», ya que podría haberse mezclado con otros restos.
El equipo, compuesto por antropólogos, forenses, odontólogos, genetistas, expertos en ropas o osteópatas, entre otros, ya ha comenzado a extraer restos óseos de los nichos, ocultos tras una pared en la que no parecen existir los huecos, a la par que ha iniciado las inspecciones del subsuelo. Aunque el trabajo se basa en hipótesis, existen, no obstante, algunas certezas. «Sabemos que hay enterrados capellanes y sabemos que no encontraremos centenares de esqueletos», aventura Etxeberría, pues se sabe que en la cripta no se enterraron a los vecinos del barrio. Cervantes, en cambio, sí pudo recibir sepultura en dicho lugar por su vinculación con los Trinitarios, que, en 1580, pagaron un rescate de 500 ducados cuando éste se encontraba en Argel preso por los turcos.
«Habrá que ver si los pocos que encontramos se ajustan al perfil antropobiológico de Cervantes», que obedece al de un varón de unos 70 años, con una marcada artrosis en la columna vertebral, seis dientes o menos en la boca y una lesión en el brazo izquierdo. Una vez hallado, se plantearía la extracción del ADN, pero no antes, ya que se encuentran en una fase «descriptiva», y sólo en el caso de una hipótesis de reconocimiento se entraría en una tercera fase, ya de «análisis de laboratorio», destaca Francisco Etxberría.