«Estoy enfermo de hepatitis C y Coca-Cola me quería mandar a Bilbao a trabajar»
La vida de José Luis González, de 56 años, está en «stand by». Espera que se resuelva su situación laboral y que sea de los 7.000 afortunados que recibirán el fármaco para su enfermedad
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La espera. Esa es la única receta con la que cuenta el madrileño José Luis González, de 56 años, para su situación personal. Forma parte de la lista de los 256 despedidos de la fábrica de embotellamiento de Coca-Cola en Fuenlabrada desde enero de 2014. Su nombre también se incluye entre los 800.000 españoles adolecidos por la hepatitis C y que rezan por ser uno de los 7.000 afortunados que recibirán el medicamento de oro ( 60.000 euros cada bote ), Sovaldi, el tratamiento más eficiente para esta patología.
Entre tanta espera, desespera. Y mientras, a duras penas, mantiene su enfermedad en una fase 2 con los medicamentos, menos eficaces, que puede comprar el Estado sin problemas. Pero el cansancio de su enfermedad, contagiada en la operación de un quiste, no impedía este jueves que luchara en Fuenlabrada junto a sus compañeros, acompañado por su pareja, para que no se cierre la planta de Coca-Cola de la calle Sauce, 20. «Me ha tocado doble lotería: en lo laboral y en la salud. «Estoy enfermo de hepatitis C y Coca-Cola me quería mandar a Bilbao a trabajar»», informaba este hombre, cuyas condiciones físicas no son muy favorables por su dolencia.. Sobre la situación de Coca-Cola opinaba que el problema son los jóvenes «que se han quedado sin trabajo, con hijos y con grandes hipotecas». Él espera que le prejubilen.
El ERE de Coca-Cola fue declarado nulo por la Audiencia Nacional en junio de 2014. En noviembre, la empresa tuvo que decidir si indemnizar a los trabajadores por los meses que no habían trabajado hasta que se dictó sentencia o reincorporarlos. Optó por la segunda opción, eso sí, no en la fábrica de Fuenlabrada. A cada uno le ofrecía incorporarse en otras plantas.
Este hombre llevaba trabajando en la fábrica 30 años. Tenía un sueldo de 2.300 euros. «Nuestras condiciones eran las mejores y las querían quitar», afirma consternado.
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