Curiosidades de Madrid
La estatua ecuestre de Felipe IV que Galileo diseñó para que no se cayera
Velázquez sugirió que la escultura del monarca estuviera como en su cuadro, en corveta. Un reto para Pietro Tacca que necesitó de los cálculos del científico para mantenerla en pie
Quizá para complementar sus artes de seducción con las mujeres, su gran devoción según los historiadores, el megalómano capricho del rey Felipe IV era poseer una gran estatua ecuestre que fuera similar a la de su padre, Felipe III, que hoy se encuentra en la Plaza Mayor de Madrid. Tal era su deseo que su valido, el Conde-Duque de Olivares, encargó a la Duquesa de Toscana que le regalara, por tanto, una talla parecida.
Siguiendo el modelo de la escultura de Felipe III, la Duquesa se puso en contacto con el italiano Pietro Tacca, su autor. Éste aceptó el encargo, pero entonces desconocía que su inminente obra se convertiría en un reto personal y en un punto de encuentro para artistas y pensadores. Así, Tacca, en primera instancia, pidió consejo al pintor Diego Velázquez, y ahí comenzó el reto.
Velázquez le recomendó que se basara en el cuadro que él mismo había pintado sobre Felipe IV, de 1634 y hoy expuesto en el Museo del Prado, en el que el caballo que montaba el monarca se apoyaba únicamente por las patas traseras, en forma de corveta, con el rey recto y firme. Dicha posición, dados los pesos, era muy complicada de representar en una estatua, porque la parte frontal haría que ésta se partiera por la mitad.
Galileo expone las claves
Las dificultades no arredraron al escultor italiano, que, tras consultar a varios expertos, acudió al físico, matématico, astrónomo y filósofo Galileo Galilei, que estableció las pautas para su correcta elaboración de la talla ecuestre.
A través de una carta, el pensador italiano dotó a Pietro Tacca de los cálculos para que la deseada imagen de Felipe IV a caballo fuera una realidad: «[...] Necesitaréis más de ocho toneladas de bronce para vuestra obra, ya que la parte trasera ha de ser maciza. La inclinación, ángulos y cálculos para el vaciado os los haré llegar a la mayor brevedad posible. No dudéis que pondré tanto empeño en esta adivinanza como en el más grande de mis proyectos».
Gracias a la efectiva simbiosios entre Tacca y Galileo, aderezada con la idea inicial de Velázquez, la escultura fue terminada en el año 1640 en el Palacio del Buen Retiro, y es desde 1843 cuando la disfrutamos en su actual localización, la Plaza de Oriente.
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