falsa alarma de bomba
La caja de zapatos que desató la «tormenta» en Nuevos Ministerios
Un paquete en una papelera obligó a desalojar el intercambiador, provocó cortes en Metro y Renfe y colapsó la circulación en plena hora punta
En plena hora punta de salida del trabajo, el intercambiador de Nuevo Ministerios tuvo que ser desalojado ayer por una falsa amenaza de bomba . Ante la posibilidad de que un paquete portara un artefacto explosivo, la Policía decidió activar la «Circular 50» . Es el mismo protocolo de seguridad que se implementó el pasado 3 de enero en la estación de Atocha . Esta nueva alarma, la segunda en Madrid en menos de una semana, provocó numerosos cortes de tráfico y la suspensión por más de una hora de varias líneas de Metro y Cercanías.
Eran las cinco de la tarde cuando un agente vio una caja de zapatos de la marca «Storm» –«tormenta», en inglés– colocada de forma sospechosa sobre una papelera del vestíbulo de la estación y decidió advertir de su presencia a la Policía Nacional. Ante la duda de que la amenaza fuera real, los agentes decidieron desalojar la zona para evitar correr riesgos innecesarios.
De inmediato se dio aviso a Metro y Cercanías para que suspendieran la circulación en todas las líneas que pasan por la zona. Además, se cortó el tráfico en el tramo del Paseo de la Castellana comprendido entre la plaza de San Juan de la Cruz y el estadio Santiago Bernabéu, así como en Raimundo Fernández Villaverde y otras calles adyacentes.
«Venía de trabajar de Campo de las Naciones y al llegar a Nuevos Ministerios nos avisaron de que había que desalojar la estación y nos sacaron a la Castellana. No nos dijeron nada más. Con todo lo que está pasando, me temí lo peor», decía Julia Gutiérrez, una trabajadora de Ifema, aún algo desconcertada.
Metro informó de que entre las estaciones de Colombia y Nuevos Ministerios el servicio estaría interrumpido por espacio de al menos media hora. Además, a petición de la Policía, se cortó la circulación en la Línea 6 –entre Avenida de América y Cuatro Caminos–, la Línea 8 –entre Nuevos Ministerios y Colombia– y la Línea 10 –entre Cuzco y el Gregorio Marañón.
Mientras la confusión en el suburbano se iba aclarando, en la superficie todavía reinaba el caos circulatorio. «Intenten evitar la zona de Nuevos Ministerios, que está cortada por la policía por una amenaza de bomba», advertía la emisora de radio taxi pasadas las 17.30 horas.
Este era solo el preludio de la vorágine que se originó minutos después en las calles aledañas. «En Madrid no ganamos para sustos. Aunque después de lo del otro día en Atocha y del atentado de París, es mejor prevenir que curar», comentaba el taxista Eduardo Ruiz, que desistió de ir más allá de República Argentina ante el atasco monumental que se había originado desde esta glorieta hasta la calle Orense.
Triple cinturón de seguridad
Sobre las 17.40 horas ya se habían desplegado dos cinturones de seguridad concéntricos en la zona, tal y como señala la Circular 50/2005. En el primer cordón, instalado a 200 metros del foco peligroso, solo se permitía la entrada a los funcionarios de las unidades Tédax, quienes ya habían repartido cascos y chalecos entre el resto de agentes. Mientras, sus perros olisqueaban el paquete en busca de alguna señal que determinara que se trataba de un explosivo.
Tras el segundo perímetro de seguridad, a 250 metros, se acumulaban cientos de curiosos, entre trabajadores que acababan de salir de sus oficinas y jóvenes estudiantes que regresaban a casa después de sus actividades extraescolares. Ríos de personas recorrían arriba y abajo las calles Balbina Valverde y Paseo de la Habana para tratar de sortear el cordón policial para de regresar a sus casas. «¿Te has enterado, no?... Sí, mamá, es una amenaza de bomba pero estoy bien. Dicen que todo se va a quedar en un susto», calmaba a su madre, Almudena, una estudiante de Bachillerato.
Una hora y media después, llegaba la confirmación: era una falsa alarma. La Policía levantaba el cordón policial, pero a muchos de los presentes no se les quitaba el susto del cuerpo: «Como sigamos así, vamos a pasar de estado de alarma a estado de pánico».
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