Curiosidades de Madrid
Los chinos vendedores de collares de perlas que inundaron Madrid en los años 20
Llegaron hasta la capital atravesando Asia y Europa, donde hicieron negocio vendiendo estas falsas alhajas a los madrileños
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Eran «hombres misteriosos, de rostros impenetrables y sonrientes» que inundaron Madrid con collares de bisutería. De repente, de un día para otro, en los años 20, se multiplicaron por las calles más céntricas de la capital para hacer negocio. Fue todo un acontecimiento. «¿De dónde vienen? ¿quiénes son? ¿cuál es el secreto de sus perlas, que las madrileñas se disputan como si fueran procedentes de los criaderos naturales de la mismísima isla de Ormuz?», se preguntaba Juan M. Mata en su reportaje de Blanco y Negro del 20 de septiembre de 1925 .
Los chinos vendedores de collares de perlas recorrían la calle de Alcalá, las terrazas de los cafés céntricos, en los puntos más concurridos de Madrid. Con el objetivo de averiguar la procedencia y calidad de los objetos, el reportero intentó entrevistar a uno de ellos con el siguiente resultado: «¿Cuánto vale este collar? -Nueve "peletas" (pesetas). -Muy bien. Y dígame: estas perlas, ¿son extranjeras? A esta nueva pregunta, el chino interrogado acentúa la sonrisa que ya brillaba en su rostro, y con acento apagado contesta: -Ocho peletas. -No; pregunto de dónde proceden estas perlas. Nueva sonrisa, y la contestación: ¡Siete peletas! Desistimos del español. Comment vous appelez-vous? Pequeña pausa y el chino que responde con misterio: Seis y media peletas», reproducía en su reportaje el periodista.
Y proseguía: «Después, como quien prueba llaves para una cerradura, acudimos al inglés y hasta al alemán, auxiliados por un amigo; pero cuando observamos, alarmados, que era preciso desistir de entenderse con el vendedor, y que, además, estábamos a punto de quedarnos, dada la rebaja progresiva, con un collar de perlas que no necesitábamos para nada, comprendimos las dificultades de la empresa iniciada. Hacemos gracia al lector de nuestra huida, al final de la fracasada interviú, ante el asedio del chino: -Seis peletas... Cinco peletas... Cuatro peletas...».
Largo viaje por Asia y Europa
La "divertida" escena se repetía en cada esquina de Madrid. En total, identificaron a 26 chinos. «Proceden todos de la provincia china de Kuang- Tung», explicaba. «Salieron de su país en marzo, dirigiéndose a Europa, por la India inglesa y Egipto, hasta Grecia e Italia, pasando después a Alemania y Francia. Desde Burdeos, y siempre con su mercancía de perlas falsas, vinieron a Madrid, donde agotarán el mercado, porque piensan permanecer aún bastantes días», apuntaba en las páginas del semanario de ABC.
El éxito de su negocio fue «rotundo». Vendieron miles de collares, pipas y brazaletes sin más problema que pagar cada día el impuesto de dos pesetas por venta ambulante que le exigían los guardias municipales. Pese a lo que la mayoría de la gente pensaba, las perlas no eran verdaderas, ni venían de China o Japón. Venían de mucho más cerca... concretamente de un despacho de bisutería de la calle Toledo, donde algunos días los chinos hacían cola hasta agotar la mercancía del almacén para seguir estafando a los madrileños.
«En población alguna europea realizaron, sin duda, los chinos, negocio tan pingüe como en este Madrid acogedor», decía el reportero. Un negocio que, en virtud de la hemeroteca, continuaron durante años en las calles de la capital para disgusto de los comerciantes. Algunos volvieron con un "capitalito de 50.000 pesetas" de la época a China.
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