Curiosidades de Madrid

La odisea de la Gloria y los Pegasos, las estatuas del Ministerio de Agricultura

La monumental obra ha tenido una azarosa historia de traslados en barco y tren, copias y restauraciones. ABC te cuenta dónde están los originales de estas estatuas de Agustín Querol

La odisea de la Gloria y los Pegasos, las estatuas del Ministerio de Agricultura ABC

ADRIÁN DELGADO

Se alzan victoriosas sobre el Ministerio de Agricultura que roba protagonismo a la antigua estación de trenes de Atocha. Son inmensas esculturas de bronce que guardan un secreto. Parece que siempre estuvieron allí, negras como el tizón y desafiantes a la gravedad. Pero no. No siempre fueron de bronce, ni negras ni desafiaron a la altura. Son copias. Réplicas de uno de los mejores conjuntos escultóricos que ha tenido Madrid. Las originales, realizadas en 1905 por Agustín Querol –autor del monumento que preside la plaza de Quevedo o del mausoleo de Antonio Cánovas del Castillo del Panteón de Hombres Ilustres–, vivieron una azarosa historia de la que han salido, siempre, mal paradas.

«Las alas de los caballos tuvieron que ser limadas para poder atravesar los túneles de tren desde Alicante»

Antes de ser olvidadas y repuestas en 1976 por su copia –una obra en bronce de Juan de Ávalos–, la «Gloria» y los dos «Pegasos» del conjunto vivieron su breve historia de esplendor. Anunciadas a bombo y platillo por los medios de la época, entre ellos ABC , fueron realizadas para este singular edificio de Madrid que, a principios de siglo, era la sede del Ministerio de Instrucción Pública. No se escatimó en nada para su realización y Querol eligió mármol de Carrara –el mismo material en el que está tallado el David de Miguel Ángel–. Hasta la ciudad italiana mandó los moldes de su obra más mimada. Los especialistas italianos dieron forma a marmóreos caballos alados y la victoriosa Gloria. Diez perseverantes años tardó el escultor catalán en dar «vida» a su obra. Llegaron en barco a Alicante y, desde allí, fueron traslados a Madrid en tren donde tuvo su primer percance.

«Medir dos veces, cortar una», dice el dicho. Nadie midió las alas de los caballos y tuvieron que ser limadas para poder atravesar los túneles de camino a la capital. Lo hizo en 1905. Sin embargo, aún le quedaba un gran obstáculo: no había en España grúa que fuera capaz de levantar las más de 50 toneladas de mármol blanco de cada una de ellas sobre el Ministerio. Durante meses, Atocha sufrió el montaje, día y noche, de un espectacular andamiaje para ascender las pesadas piezas sobre la fachada. Finalmente, se optó por construir una gran rampa por el que las esculturas fueron elevadas.

Desprendimiento de más de 20 kilos

La «elegante escena» dominó el cielo de Madrid en julio de 1905. Representaba en el centro a la Gloria ofreciendo trofeos a la Ciencia y al Arte. A los lados los Pegasos conduciendo a Mercurio y Minerva rodeados de figuras alegóricas. Una escena triunfal que primero la Guerra Civil y, después, las inclemencias meteorológicas acabaron por ajar. Aún así, resistieron en su marchitado estado hasta que una pieza de más de 20 kilos cayó sobre la acera, a las puertas del Ministerio, a principios de los años 70.

En 1976, el agrietado mármol fue bajado de sus pedestales y trasladados a la Casa de Campo donde acabaron hechas añicos hasta 1989. El Ayuntamiento destinó entonces más de 100 millones de pesetas para restaurarlas. En 1991 el Consistorio pensó en situarlas en la plaza de Príncipe de Vergara –donde llegó a situar la Gloria tras restaurarla y dos pedestales para los caballos alados– pero el proyecto fracasó.

Al conjunto, que fue recompuesto como un jarrón roto por los alumnos de la cantera municipal, tuvieron que buscarle un nuevo emplazamiento. Inicialmente se pensó en dejar allí la Gloria, acompañada de dos jarrones huecos que no pusieran en riego el parking subterráneo que había. Los caballos irían a la plaza de Legazpi, sobre dos láminas de agua que reflejaran de nuevo su esplendor. Sin embargo, la Gloria no volvió a Príncipe de Vergara tras ser desmontada para un lavado de cara.

La grúa más potente de España

Los pegasos, jinetes y sus musas sí llegaron a su destino. Los dos caballos alados que acompañaban a la Gloria se situaron el 26 de enero de 1997 en pleno Legazpi. De nuevo, su peso, supuso un reto técnico. ABC lo llevó incluso en su portada de Madrid ya que el proceso requirió los servicios de la grúa más potente de España. La estatua central (La Gloria), que ha corrido mejor suerte, fue instalada aquel año y luce desde entonces, rodeada de césped artificial –antes tenía flores–, en la cercana glorieta de Cádiz. Todo ello ocurrió en tiempos del alcalde Álvarez del Manzano.

Después llegó el fallido proyecto del intercambiador de Legazpi de Alberto Ruiz-Gallardón y los pegasos se llevaron, otra vez, la peor parte. En abril de 2005, uno de ellos fue bajado de su pedestal y trasladado a unos almacenes municipales en la calle Áncora. Allí permanece desde entonces , sujeto por una estructura metálica que se deja ver desde la acera. El otro no llegó a moverse de la plaza. Perdió un ala. Fue forrado con plásticos, en un gesto por «proteger» la obra maltrecha obra de Querol, y olvidado allí desde hace una década. Un triste destino para una de las obras que fue presentada hace 110 años como uno de las «más bellas estatuas» que verían los madrileños al aire libre.

La odisea de la Gloria y los Pegasos, las estatuas del Ministerio de Agricultura

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