Un paquete de tabaco salva a un funcionario apuñalado por un reo
Sucedió hace una semana en la cárcel de Navalcarnero cuando un preso se abalanzó sobre la víctima. Le clavó en el pecho un destornillador
Jamás hubiera imaginado que una cajetilla de tabaco fuera su salvación. Gracias a ella resultó ileso de la brutal e inesperada agresión que sufrió a manos de un violento recluso. El rocambolesco episodio se produjo la semana pasada en la madrileña cárcel de Navalcarnero.
Ahí lleva medio año privado de libertad el recluso, S. S. M., de 27 años y nacionalidad española. Por su peligrosidad llevaba unos días aislado en una celda situada en el módulo de enfermería. El reo está a la espera de ser conducido a primer grado, y sea por lo que fuere, decidió pagarla con el funcionario que entró en su habitáculo para realizar uno de los recuentos de la jornada. Sin embargo, no pudo hacerlo. Al abrir la puerta, S. S. M., se abalanzó sobre él e intentó clavarle un objeto punzante a la altura del corazón.
La sorprendida víctima intentó sujetarle la mano derecha en la que llevaba el arma blanca: un pequeño destornillador. En el forcejeo, el reo logró clavarle sin apenas fuerza el objeto punzante, pero la cajetilla que llevaba en el bolsillo de la camisa logró desviar la trayectoria, evitando una muerte segura.
El preso, S.S.M., fuera de sí, siguió forcejeando con el funcionario haciendo gala de una desproporcionada fuerza. Mientras trataba de soltarse la mano que el funcionario le tenía agarrada, con el brazo libre le asestaba puñetazos a fin de poder liberarse. Ambos acabaron luchando en el suelo. Varios compañeros de la víctima, al percatarse de lo que sucedía, entraron en el módulo de enfermería lograron finalmente reducir al preso. Al funcionario se le quedó marcado en la piel la punta de destornillador.
«La falta de medios preventivos y de recursos humanos por no cubrirse las jubilaciones hace que crezcan estas agresiones año tras año», indicó a ABC Javier Ayala, responsable de prisiones del CSIF.