Entrevista al Juez decano de Madrid
Antonio Viejo: «Los Juzgados de la Plaza de Castilla están anclados en los años 70»
Agilizar el día a día de la justicia de la capital y racionalizar las cargas de trabajo son sus grandes objetivos
A su padre no le gustó la idea de que se convirtiera en juez. «Veía esta figura como la de una persona seria, triste y metida en un despacho todo el tiempo. ‘Tú eres capaz de relacionarte, hijo’, me decía». Pero Antonio Viejo lo tenía claro y se licenció en Derecho por la Universidad Autónoma de Madrid. A sus 54 años le sigue apasionando su carrera, aunque en junio aparcó la jurisdicción para emprender un nuevo viaje, el de la gestión. Se convirtió, con una aplastante mayoría, en el nuevo Decano de los jueces de Madrid como candidato por la Asociación Francisco de Vitoria.
Le gusta describir los momentos de la vida como paisajes. El suyo ahora se parece a un valle. «No estoy en el mejor momento de mi vida, ése fue con el nacimiento de mis hijos», afirma seguro en su despacho del Decanato cuando termina esta entrevista. Aún no ha llevado nada personal a esta sala de la primera planta de los Juzgados de Plaza Castilla. Está tal cual la dejó su predecesor, José Luis González Armengol. Hasta le sigue guardando las espaldas Juan Carlos I. Amable y cercano, atiende a ABC en la primera entrevista que concede tras llegar al cargo en el mes de junio.
—Tras cuatro meses al frente del Decanato. ¿Ya ha hecho balance? ¿Qué es lo que más urge a la Justicia madrileña?
—Lo que mayor problema plantea a la organización de los juzgados y el desarrollo de la actividad jurisdiccional en parte son las tasas de entrada y registro. Soportan unas cargas de trabajo muy relevantes y eso hace que el nivel de dedicación tenga que ser muy elevado. Se necesitan refuerzos para aquellos juzgados con mayor carga de trabajo.
—¿Cuántos jueces necesita Madrid?
—Lo ideal serían 64 juzgados.
—¿Qué peticiones tiene como decano para las administraciones?
—El principal problema que se va planteando en el día a día de juzgados y tribunales es atender las vacantes y refuerzos, porque no se puede tirar de los jueces sustitutos. Con la modificación de la Ley Orgánica del Poder Judicial en 2012 se nos obliga a no llamar a los jueces que no son de carrera, y el número de jueces de adscripción territorial pasa de más de 70 a ocho para todo Madrid. La cobertura de las bajas por enfermedad y de las plazas vacantes hace que sean muy difíciles de atender por parte de los jueces de sustitución, por la carga de trabajo.
—Veo que la lista de adversidades es bastante larga...
—Sí. Otro problema es el de la dispersión de sedes judiciales. Estoy firmemente convencido de que la Ciudad de la Justicia implicaría una mejor gestión de los recursos. No habría que estar desplazándose de un lugar a otro.
—¿La ve posible a corto plazo?
—Me la empezaré a creer si se licita el proyecto antes de las elecciones. Creo que la Comunidad tiene una apuesta firme y decidida por un sistema de gestión económica que puede facilitar la construcción, pues los costes los asumen las compañías.
—¿En qué año está anclada la justicia madrileña, teniendo en cuenta todas sus variantes?
—Algunas instalaciones son adecuadas y dignas, pero hay sedes que exigen una rehabilitación, como Plaza de Castilla, que es un edificio viejo y se ha quedado anclado en los 70 o mediados de los 80. Nos falta espacio para depositar con seguridad documentación judicial que no tiene que estar en los archivos judiciales.
—Arrasó en las elecciones para el Decanato con 115 de los 161 votos emitidos, ¿por qué cree que le eligieron?
—No lo sé a ciencia cierta. Llevo años en esta casa relacionándome con los compañeros de instrucción y he tenido relación con otros compañeros por responsabilidad asociativa. Creo que lo que le pasó a mi compañera para esa diferencia de resultado fue que se presentó en segunda instancia después de que se presentara otro y renunciara a la candidatura. También puedo decir que mi campaña electoral fue magnífica (sonríe).
—¿Qué relación cree que mantiene la sociedad con la institución que usted representa?
—Eso lo tendrían que decir los madrileños. Tenemos que dar una imagen fiel y real del funcionamiento de la justicia, que tiene que ser próxima al ciudadano. No quiere decir que tengamos que darles la razón en todo caso, sino actuar conforme a los procedimientos, manteniendo una proximidad.
—¿Se refiere a empatizar con la ciudadanía?
—Los jueces no están ajenos a la situación que se vive. Su función es aplicar la ley y adecuar sin que se produzcan situaciones de desigualdad flagrante. Pero claro, la función no es legislar. Se ha producido una crisis económica que ha provocado un número de ejecuciones hipotecarias terrible, gente que se ha quedado en la calle, en el paro... Hay que equilibrar dentro del margen que la ley permite determinadas interpretaciones peyorativas y en su caso, cuando no se permite, poner en conocimiento de los legisladores que hace falta una revisión para que no se produzcan debacles sociales.
—¿Cuál ha sido el caso más duro al que se ha enfrentado?
—Un doble asesinato en los años 90. Un hostal de Madrid donde se mató a tiros a dos personas. El Hostal Reyes Católicos. Fue muy truculento. Una de las víctimas sobrevivió después de que le cortaran el cuello.
—¿Y el más apasionante?
La pasión del juez está muy disminuida. La pasión está directamente ligada al número de asuntos que te permita meterte a estudiarlos sin que se retrasen.
—¿Le han intentado comprar alguna vez?
—Si lo han intentado no me he enterado. Soy poco perspicaz para eso. Te hacen halagos, pero no tiene nada que ver con eso. Ni ofrecimiento de dádivas ni regalos. Los máximos regalos, por Navidad estando de guardia.
—¿Y ha pasado miedo?
—No. Recuerdo el caso de una mujer para la que se valoraba un internamiento involuntario en un centro psiquiátrico, que se lanzó hacia mí para clavarme un bolígrafo en la cara. Desde entonces aprendí que nunca había que sentarse con la pared pegada a la espalda, porque impide escapar. Excepcionalmente, también, los detenidos que dicen que te van a matar.
—¿Qué cambiaría del sistema judicial español?
—La primera ley que debe cambiar es la de Enjuiciamiento Criminal. Es una exigencia inaplazable, con total independencia del sistema de instrucción. Que establezca de forma taxativa el tipo de medidas cautelares que se pueden adoptar, por qué delitos, qué tipo de medidas restrictivas de libertad deben tomarse. Los alemanes prevén por ejemplo el aseguramiento de los testigos hasta la celebración de un juicio. La actual ley supone inconvenientes con la cooperación internacional. Está desactualizada y genera problemas de agilidad de la investigación.
—Parece que la figura del decano puede desaparecer con la reforma de la ley de los Tribunales de Instancia. ¿Cómo lo ve usted?
—Los decanos de los órganos unipersonales tienen que subsistir con las mismas características y funciones que tienen y que permiten controlar y hacer un servicio hacia los órganos judiciales. La diferencia fundamental es que los presidentes de los tribunales de instancia no serían electos. Desaparecían las juntas de jueces. Sería un cambio hacia más posibilidad de designación discrecional que la que hay ahora. Sería menos participativo. —Si fuera el último decano, ¿cómo le gustaría que le recordasen?
—Si se lograse que los edificios judiciales se aúnen en la Ciudad de la Justicia, donde se dimensionen adecuadamente las necesidades de espacio, se doten correctamente las dependencias judiciales con funcionarios y se reorganice toda la justicia de Madrid capital sería estupendo, y si además se hubieran racionalizado las cargas de trabajo, sería magnífico.
—¿Son buenas las nuevas tasas judiciales para disminuir la carga?
—Tienen que reestudiarse para que no se conviertan en un obstáculo y se racionalice el uso de la tasa lo mínimo indispensable para que no se quebrante la posibilidad de acceder a la tutela efectiva de los tribunales. No creo que deban eliminarse, pero sí revaluarse de lo que han supuesto.
—Va a finalizar la instrucción del incidente de tráfico de Aguirre. ¿Cree que hubo delito de desobediencia?
—Cuando termine la instrucción el juez determinará qué procedimiento ha de seguirse. No puedo decir más. Hay que conocer bien la causa y no solo por los medios de comunicación. Es una muestra del principio de igualdad para una persona que ha tenido unas responsabilidades ejecutivas tan importantes.
—El fiscal pide cuatro años a Miguel Ángel Flores por las cinco muertes del Madrid Arena. Hay gente que la ve escasa. ¿Qué explicación tiene?
—Las muertes que se producen de forma intencional no tienen nada que ver con las que se producen por actos imprudentes. No sería razonable que se sancionara con mayor resultado punitivo. No sé si es justo o no pero es la previsión normativa. No tiene por qué acercarse al concepto ideal de justicia.