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Investigan si el pederasta intentó raptar a otra niña en un bar de Santander
El padre de la menor sorprendió a Ortiz en el momento en que la engatusaba con la excusa de jugar al fútbol

Antonio Ángel Ortiz Martínez, el presunto pederasta de Ciudad Lineal, habría intentado raptar a otra menor durante su estancia en Santander, donde finalmente fue detenido por la Policía el pasado 24 de septiembre. Así lo confirmaron ayer las fuentes consultadas por ABC, que indicaron que el caso se está investigando después de que los padres de la supuesta víctima denunciaran los hechos.
El episodio se produjo a primeros de septiembre, poco después de que Ortiz llegara a la capital cántabra, huyendo de la presión policial. Junto a su tío, en casa de quien se quedaba esos días, solía frecuentar varios bares del barrio de San Juan. Fue en una de esas visitas, al acudir a desayunar solo a la cafetería Cilio, cuando el presunto pederasta habría intentado cazar a su última víctima.
La niña, de 11 años, se encontraba con su padre en el establecimiento. Venían de jugar un partido de fútbol, con ropa deportiva. Aprovechando que el progenitor entró en el cuarto de baño, Ortiz Martínez se acercó a la menor y le preguntó: «¿Te gusta el fútbol?». La respuesta fue afirmativa, y el presunto pederasta le dijo: «Pues vente conmigo a mi casa, que yo también tengo una niña a la que le gusta el fútbol, y jugamos todos juntos».
La chiquilla se mostró perpleja. Le tenían dicho que no fuera con desconocidos. Y, precisamente en ese momento, el padre salió del servicio, vio lo que estaba ocurriendo y echó al sospechoso con cajas destempladas.
Rondaba parques y colegios
Días después, concretamente el miércoles pasado, cuando esa familia cántabra se enteró de la detención del pederasta de Ciudad Lineal y vio su foto en la prensa, puso el grito en el cielo. Era él. El mismo hombre castaño, atlético y engatusador con el que se habían topado en el bar Cilio. Yahan interpuesto la denuncia.
Ortiz Martínez estuvo tres semanas largas al cobijo de sus tíos y su primo de Santander, sin que ellos sospecharan, ni de lejos, que tenían a un pederasta en serie bajo su techo, en el piso de la Bajada de San Juan. Por eso, no les extrañaba que pasara horas en los parques cercanos, mirando a las niñas, e incluso rondando el cercano colegio de las Mercedarias y el Instituto José María de Pereda.
También, nada más desembarcar en Cantabria, se apuntó a un gimnasio, el Núñez, e incluso llegó a bajar a Madrid en una ocasión para verse con la mujer con la que mantenía relaciones sexuales, y que traficaba con anabolizantes. Ella también, sin saberlo, era quien le daba los ansiolíticos que utilizó con dos de sus víctimas. Le ponía la excusa de que no podía conciliar en sueño. También en Madrid, se aprovisionó de un ciclo de esteroides y volvió a Santander.
La vigorexia que presenta el carácter de este individuo es patente. En 2007, acudía a un gimnasio especializado en artes marciales del barrio de Pueblo Nuevo, en Ciudad Lineal. La propietaria pensó en hacer un «book» de fotos para promocionar el negocio, y pidió a los clientes con mejor aspecto físico que posaran como modelos.
El fotógrafo de la sesión, que tomó más de 200 instantáneas, es Antonio Lozano. Así recordaba ayer para ABC aquel día: «Mi hijo, que entonces tenía 12 años, acudía a ese gimnasio a practicar ‘muay thai’ [un tipo de arte marcial, conocido como boxeo tailandés]. Al ser menor de edad, yo tenía que acompañarle y me quedaba allí mientras practicaba. Estuve tres años viendo a Antonio Ortiz allí. Algunas veces entrenaba con otro chico, más bajito, pero no hablaba con nadie. Si le saludabas, no te hacía caso. Llegué a pensar que era rumano, que no conocía el idioma y que por eso no hablaba».
«Sólo tenía cariño al perro»
El presunto pederasta se machacaba haciendo pesas. «Pero no practicaba artes marciales», apostilla Lozano. El día de la sesión de fotos, apenas le dirigió la palabra. Posó con un perro chihuahua negro, que era del hijo pequeño de otro de los culturistas que participó. «La única vez que le vi mostrar cariño fue hacia el perro», sentencia el fotógrafo.
Ahora, con el supuesto raptor entre rejas, aislado en un módulo de Soto del Real con terroristas y capos de la mafia, los policías de la investigación analizan lo hallado durante el registro del piso donde vejó a dos de sus víctimas. No se ha encontrado material pedófilo de esas niñas y se están analizando los restos hallados tras una cortina, que podrían ser del vómito de la niña secuestrada en abril.
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