presunto pederasta en ciudad lineal
«Nunca dejaré a mis hijas solas»
Sorpresa en Santander, alivio en Madrid. La noticia del arresto del presunto pederasta corre de boca en boca
Hace un par de semanas que en la Bajada de San Juan algo no encajaba. Coches de fuera, gente desconocida... piezas poco frecuentes. «Estos son de la ‘secreta’, pensé, pero si aquí no viene nadie», comentó este miércoles 24 de septiembre un vecino que llevaba días «con la mosca» de que algo se estaba cociendo en un barrio de gente obrera, con casas humildes, donde todos se conocen, los niños corretean libres y van andando al colegio, se alterna en los mismos bares y los turistas ni pisan. Ese «algo extraño» se destapó ayer por la mañana, cuando la gente se despertó con jaleo policial. «Un follón de coches antes de las ocho, me asomé y vi a unos policías con pasamontañas a degüello, otros cubiertos con cascos, con armas, pensé que era algo de droga, aquí hay dos o tres puntos complicados...», comentó un residente en las torres próximas. Desde su piso vio el trasiego de agentes entrando y saliendo de un estrecho callejón, el lugar más discreto que puede haber en este barrio, donde luego supieron que se ocultaba el «depredador sexual de niñas» que definían por la tele, simplemente el «sobrino de Madrid» para la gente de la Bajada de San Juan que conocía a sus tíos. Nadie aquí podía imaginar que ese chico «alto, rubio, fuerte, bien parecido y educado» pudiera tener tamaño historial y que fuera el hombre más buscado por la Policía .
A las 7.37 salieron de la nada cuarenta agentes y 15 vehículos; irrumpieron en el callejón, se dirigieron directamente al bajo B del número 79 de la Bajada de San Juan, la sencilla vivienda que los tíos de Antonio Ortiz, el presunto pederasta de Ciudad Lineal , tienen alquilada desde hace unos quince años, en la que viven con su hijo adolescente y donde, desde hace unos meses, recibían la visita periódica del sobrino de Madrid para descansar del estrés de la capital. A Ortiz lo metieron en un coche y se lo llevaron directamente para Madrid, mientras decenas de agentes continuaron en la zona registrando el bajo de sus tíos, sacando cajas llenas de papeles, inspeccionando los coches de la familia, todo ante un barrio atónito que empezaba a llevar a los niños al colegio de las Mercedarias y al instituto José María de Pereda, a un tiro de piedra de la vivienda de un agresor sexual en serie.
A más de 400 kilómetros de este callejón, en los distritos de Madrid de Ciudad Lineal, San Blas y Hortaleza también se sorprendían, aunque las nuevas llegaban con gran alivio: «¡Por fin! ¿Pero en Santander? », se preguntaba desconcertada Encarni Godínez mientras esperaba a su hijo a la salida del colegio. El centro escolar de su pequeño está a 250 metros de donde el criminal raptó a una niña de origen chino el pasado 17 de junio. La menor jugaba cerca del establecimiento que regentan sus padres cuando supuestamente Antonio Ortiz la subió a su coche. Ayer, el progenitor de la víctima no quería pronunciar una palabra después de conocerse el arresto. Serio y con los brazos cruzados solo asentía con la cabeza al preguntarle por cómo estaba su hija. Los profesores de varios colegios de la zona también respiraban tranquilos con la detención: «Los padres y los docentes estábamos muy preocupados y nerviosos con las excursiones. Permanecíamos mucho más atentos en la puerta de salida todos los días. Yo solo espero que ojalá le caigan muchos años en la cárcel», apuntaba Susana Romero, una maestra de infantil. El conserje añadía: «Podían subirle a la última planta de los juzgados y que se cayera sin querer».
El miedo se queda
Pese al arresto del pederasta, varios patrullas de la Policía Nacional y Municipal custodiaban los colegios de Ciudad Lineal. Para muchos padres, los crímenes cometidos por Antonio Ortiz han intensificado la protección sobre sus hijos. Viviana Rojas, quien recogía a sus niñas de 10 y 4 años del colegio, aseguraba: «Ya nunca voy a dejar a mis hijas solas». Raimon Ganaden sujetaba de las manos a sus sobrinos al salir estos de clase: «Ahora estamos más tranquilos, pero aun así no se sabe a ciencia cierta que sea él o que haya más como él. Seguiremos con gran precaución». Madrid ha despertado de su peor pesadilla, pero el recuerdo y el miedo se quedan.
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