Operación Candy
En la celda del presunto pederasta: «¿Por qué estoy aquí encerrado?»
El depredador más buscado de España pasará aislado entre 48 y 72 horas en una estancia especial sin más compañía que una esterilla para dormir
El corazón se te encoge cuando se abre un portón metálico que chirría como si aullara. Cuando se cierra a tus espaldas, el corazón parece pararse y dejar de latir. Enfrente, una mole de apenas 1,70 metros de estatura, con brazos y piernas como gruesas columnas y un torso descomunal, fruto de la ingesta de anabolizantes y de la práctica de artes marciales con las que estaba obsesionado.
Es Antonio Ángel Ortiz Martínez, el supuesto pederasta de Ciudad Lineal , el hombre que, presuntamente, ha raptado y abusado sexualmente de cinco menores y lo ha intentado con otras tres, empleando una gran brutalidad y frialdad en sus acciones. Parece ser el que ha desatado el temor en muchos barrios y municipios de la capital; el que ha tenido en jaque a la Policía Nacional durante seis larguísimos meses y que, por fin, ha sido capturado a cientos de kilómetros de Madrid.
ABC reconstruye sus primeras horas privado de libertad. Es una masa humana musculosa. Está en una pequeña celda en las dependencias del Servicio de Atención a la Familia (SAF) en la sede de la Jefatura Superior de Policía de Madrid. Permanece aislado y vigilado por una pequeña cámara con un pequeño ventanuco en la puerta para que no se suicide. Sin luz natural.
Se prevé que pase en ese habitáculo entre 48 y 72 horas hasta que sea puesto a disposición judicial. Su presencia como supuesto pederasta provoca una profunda repugnancia. Por la depravación del sujeto al agredir a niñas indefensas. Por los traumas y las graves lesiones que ha causado a algunas de ellas. Por su nula empatía. De ser él no le bastaba con su superioridad física: las prefería delgadas y menudas, de entre 5 y 11 años , «para manejarlas a su antojo», explicó el ministro del Interior. Este «ángel caído» está tumbado en el suelo, sobre una esterilla de gimnasio en un cuarto vacío y oscuro como su alma. Viste un chándal negro y lleva una camiseta de manga corta de color verde militar.
No parece ser consciente de lo que ha hecho. De las consecuencias de sus actos. De la desgracia y de los daños que ha causado a, al menos, cinco familias. No se descarta que a partir de ahora aparezcan nuevas víctimas que aún no han denunciado, como pasó con la quinta, de la que nada se sabía.
«¡Soy inocente. Yo no he hecho nada!», masculla cuando le gritan: «¡Ponte de pie!», según fuentes de la investigación. Este presunto raptor y agresor sexual de menores escupe, a voces, al ser preguntado -«¿Te das cuenta de lo que has hecho?»- con un lacónico: «¿Por qué estoy aquí encerrado?». En ningún momento ha colaborado con los agentes y se muestra tranquilo.
Sobre la una y media de la tarde llegó a Madrid procedente de Santander tras su «brusco despertar» por los GEOS, quienes le detuvieron mientras dormía. A medio día, Antonio Ángel Ortiz Martínez abandonó las dependencias del SAF para dirigirse a uno de los registros que se van a realizar en la capital.
Su escondite en Hortaleza
En medio de un gran despliegue policial, los agentes le trasladaron hasta el piso de su madre, situada en el número 5 de la calle de Montearagón (Hortaleza), donde acudía a refugiarse cada vez que, supuestamente, perpetraba uno de sus ignominiosos actos. Era su refugio. Así daba esquinazo en pocos minutos a los investigadores que le buscaban sin descanso. Mientras él descansaba en su cuarto, a buen recaudo, las crías, asustadas, hechas un mar de lágrimas y desorientadas por los sedantes que les había suministrado, y sin tener conciencia de lo que les había sucedido, deambulaban por la calle. El presunto pederasta volverá a la celda esta noche, previsiblemente sin que vuelva a recobrar la libertad en mucho tiempo.
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