Así surgió la Lotería del Niño en 1879... y no en 1941 como se creía

Esta segunda oportunidad de que te toque algo en Navidad fue creada por la duquesa de Santoña con el objetivo de sufragar los gastos del hoy conocido hospital infantil del Niño Jesús

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Aunque el Gordo de la Lotería de Navidad es más cuantioso que el de la Lotería del Niño , lo cierto es que el número de premios y las posibilidades de que te toque algo en el sorteo del 6 de enero son mayores. Es la segunda oportunidad, que fue creada por la duquesa María del Carmen Hernández y Espinosa de los Monteros en 1879 , con el objetivo de sufragar los gastos del hoy conocido hospital infantil del Niño Jesús, en Madrid.

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Es curioso que, finalmente, la duquesa acabara sus días a finales de 1894 completamente arruinada en la cama del hotel en el que sobrevivía. Un trágico destino para una altruista benefactora como ella, sin la cual la Lotería del Niño no habría existido. Este sorteo extraordinario cayó en el olvido durante unos años, pero fue recuperado por el director de Timbre y Monopolios, el general Roldán , en 1941.

La autoría de la duquesa de Santoña como precursora de la Lotería del Niño fue desvelada en fechas recientes. El investigador español Gabriel Medina Vílchez fue quien acabó, en 2013, con este enigma, uno de los más longevos de nuestro país. Y es que, hasta entonces, lo único que se sabía era que su llegada a España se hizo oficial en 1941 de la mano de Roldán, quien ordenó que se imprimieran cuatro series de 42.000 billetes cada una (a 15 pesetas el décimo).

En Motril

Desde Loterías y Apuestas del Estado, sin embargo, aseguró que, más allá de los estudios de este experto, el origen sigue siendo un completo misterio. Muy al contrario de lo que opina Vílchez, quien defiende que fue esta dama de la alta sociedad la que creó la Lotería del Niño en la ciudad granadina de Motril. El investigador Rafael Portell Pasamonte la define como una señora no demasiado agraciada, aunque con un gran corazón. «Era de escasa hermosura, más bien entrada en carnes, y de rostro algo adusto», desveló hace unos años el experto a este diario. El resto de fuentes coinciden con él en que esta mujer derrochaba bondad y, desde el mismo momento en que tuvo uso de razón, siempre luchó por los derechos de los niños más desfavorecidos.

Con el paso de los años su clase social le permitió vivir de forma holgada y rodeada de riquezas. «El bienestar económico permitiría al matrimonio llevar una vida de lujo y derroche, siendo célebres las veladas y fiestas organizadas en sus palacios», señala la investigadora Ana María Estaban en su informe «La modernidad importada. Madrid 1949-1968». Con todo, la experta también añade que tanto ella como su marido fueron reconocidos socialmente por emplear parte de su extensa fortuna en «obras benéficas, en especial asilos y hospitales infantiles, donde los niños sin recursos pudieran recibir asistencia gratuita».

A la postre, la propia Duquesa llegó a presidir la «Asociación Nacional para el cuidado y sostenimiento de niños». Sin embargo, cuando realmente empezó a hacerse famosa fue en el momento en que tanto ella como su marido propusieron a la Asociación de Escritores y Artistas hacerse cargo de la educación de una huérfana de siete años. En los años 70 de ese mismo siglo volvió a demostrar su bondad al donar un total de 26.000 pesetas (una suma considerable para la época) a aquellos pequeños que habían perdido a sus padres durante la guerra. Un ejemplo de lo que implicaba ceder ese dinero se encuentra en que, en 1894, se tasó una de las viviendas de esta noble en 4.827 pesetas.

La constucción del hospital

Bajo este aura de bondad, y conocida ya por ayudar a los más desfavorecidos, la Duquesa propuso en 1879 construir un hospital que estuviese especializado en la salud de los más pequeños, el «Asilo y Hospital Niño Jesús». El problema es que llevar a cabo tal hazaña suponía desembolsar una cantidad de billetes que el matrimonio no tenía a su disposición. ¿Qué podían hacer? Al final, y según Vílchez, la solución llegó en forma de rifa. «El sorteo pudo surgir para buscar algún tipo de financiación adicional con la que hacer frente a todos los gastos que el hospital ocasionaba: los médicos, las enfermeras, los cocineros etc», señala.

El 6 de noviembre, después de llevar a cabo la rifa, comenzó al construcción del hospital. El sorteo fue bautizado por la propia Duquesa como «Rifa Nacional del Niño» en recuerdo de aquellos a los que iba dirigido: los más pequeños. A su vez, estableció que se celebrara de forma anual.

El sorteo se hizo tan famoso que, en un decreto fechado el 24 de julio de 1877, el rey Alfonso XII hizo que la Duquesa no se viera obligada a abonar al estado el habitual 4% de impuestos del total recaudado. Así rezaba el texto del mismo: «A todos los que las presentes vieron y entendieron sabed que las cortes han decretado y sancionado lo siguiente: Artículo único. Se exceptúa del impuesto del 4 por 100 con que deben contribuir al Tesoro público todas las rifas el Hospital de niños pobres titulado Niño Jesús». Con esta medida, el monarca quiso dar las gracias a la mujer por su labor por los desfavorecidos.

La Reina María Cristina

Por si fuera poco, allá por 1881 la Duquesa se vio recompensada con 96.330 pesetas por la Reina María Cristina en concepto de «reparaciones varias» y «mantenimiento del hospital» cuando el Estado anuló todas las rifas existentes en el territorio. Pero nuestra protagonista se negó cobrar ese dinero. ¿Por qué? Según afirma Clara Jiménez en su tesis «La oftalmología en el hospital Niño Jesús (1893-1940), porque no buscaba dinero. «Seguramente, la señora Duquesa no quiso cobrarla para no perder el carácter de beneficiencia particular que tenía el hospital», completa la autora.

Nueve años después, la Duquesa volvió a hacer referencia al centro en sus memorias cuando valoró económicamente sus bienes. Estos quedaron tasados en 60 millones de pesetas e incluían el «Hospital Niño Jesús y alimentos adelantados al Hospital». Por desgracia, tres veranos después estaba totalmente arruinada. Un amargo final para la mujer que orquestó, desde el desinterés, la Lotería del Niño. Así pues, la próxima vez que compren un boleto no olviden que, tras ese trozo de papel, hay mucha historia.

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