Lotería del Niño
Pilar Vega, la otra lotera de Atocha: «Vendimos el segundo desde la maquinita»
La fortuna vuelve a sonreír a otra Administración de Lotería de la estación madrileña
Compruebe los décimos de la Lotería del Niño
Dicen que el cartero siempre llama dos veces, y la fortuna, también. Al menos eso ocurre en el puerto seco de la Estación de Atocha , que también sufrió lo suyo: si la admón. 458 dio el Gordo de Navidad el pasado 22 de diciembre , la 459, igual de modesta, ha repartido este Día de Reyes el segundo premio de la Lotería del Niño, la que llaman de consolación, con el 44.469: a 75.000 euros por décimo . La cuestión es que la Administración 459, que regentan Pilar Vega y su hija Sonia, ha vuelto a alegrar a los ‘currelas’ que cogen el tren cuando aún no ha amanecido y vuelven del tajo de anochecida. Pilar Vega lo sabe, y por eso sus primeras lágrimas y declaraciones van dedicadas a esos trabajadores, «con las manos ensangrentadas de yeso y pintura» que se gastan lo que pueden, «una monedita en la Bonoloto». Día a día. Como se forjan las amistades.
Algunos grandes premios de la Lotería ordinaria ha vendido Pilar Vega , pero ni se los sabe de memoria ni el habitáculo donde despacha le permite exhibir cuánta alegría ha podido repartir en esos diplomas que reparte Loterías. Sonia Madrid es su hija, y ambas llevan mucho sufrido, que aquí hay que consignar, también, las vicisitudes del lotero. Pilar Vega, setenta y cinco años y divorciada, se levanta el calcetín donde muestras los moratones que son del duro bregar: de tantas horas de pie en un espacio que, si no es por sus compradores, llama a una claustrofobia segura. Tan caprichoso el Destino que, en no teniendo ya los billetes clásicos, vendió el 44.469 por «la maquinita» (atención supersticiosos). Porque «la maquinita» puede estar también bendecida.
Casi tres décadas al albur de ese horario maratoniano que manejan los repartidores de la dicha en las zonas de paso que son las estaciones de tren. Cuando el Gordo de diciembre ya hubo quien confundió su puesto con el otro (a tres minutos andando según George, vigilante y amigo la casa). Quizá por eso, el 44.469 sea una venganza poética de los números y de los bombos, que son muy caprichosos. A Pilar Vega, en su puesto, no le cabe el champán, pero sí dos periodistas que invaden su intimidad y ella, con sinceridad vallecana, da las gracias en un lloro que más que lloro es un quejido teniendo en cuenta que es festivo.
Pilar quiere que sus compradores, «que son como su familia», tapen esos boquetes que todos tienen y tenemos. Y habla de su clientela como de amigos. También recuerda tiempos duros, «los atentados del 11 de marzo» o «la pandemia, cuando no había nada» . Ahora mismo pide que le dejen hacer unas reformillas en su despacho. Que su hija ponga en marcha una web relacionada con locomotoras y fortunas, «y que haya salud», que es lo más importante.
Lo demás, los periodistas ejerciendo de psicólogos de la alegría (si la contradicción es admisible). Y María José, tercera pata del despacho, mascando con optimismo su futuro. Un Día de Reyes que más que 6 de enero de 2022 será un festivo con el número 44.469 en el que veinte segundos se han repartido a lo largo y ancho de la Comunidad de Madrid. Pasando por Atocha, claro, nueva Doña Manolita ferroviaria del negocio .
A la hora y pico de que se conociera el segundo premio, quizá dado desde aquí a media España, poco ambiente queda en la 569, la de Pilar. Curiosos que miran y un mostrador donde los micrófonos de los chicos de la prensa han revuelto los boletos de la Primitiva .Y se ordenan con primor. Hay una conexión para el telediario y al lado de Pilar, el vendedor de la ONCE pasa frío con una boina y una chaqueta a cuadros escoceses.
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