La verdad sobre la Lotería de Navidad: el sorteo que se creó para que Napoleón no arrasara España
Se instauró en 1812 para «aumentar los ingresos del erario público» y expulsar a los franceses del país, en medio de una de las peores crisis de su historia contemporánea
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No mucha gente sabe que la Lotería de Navidad surgió en uno de los momentos más trágicos de la historia de España: la Guerra de Independencia contra los franceses. En 1808, Napoleón decidió que había llegado el momento de arrasar España y convertirla en un territorio galo más. Según dijo a sus generales en otoño de 1807, estaba convencido de que sería fácil: «Es un juego de niños, esa gente no sabe lo que es un ejército francés; créame, será rápido».
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Poco después, el emperador francés engañó al primer ministro Manuel Godoy para que firmara el Tratado de Fontainebleau y obtuvo el permiso del Rey para atravesar España con más de 110.000 soldados con el supuesto objetivo oficial de conquistar Portugal. Pero todo fue un engaño. A su paso por la península, el ambicioso general fue invadiendo todas las ciudades españolas que encontró a su paso.
Y mientras los madrileños celebraban la llegada de Fernando VII a Madrid, el 24 de marzo de 1808, el cuñado de Napoleón y jefe de su Ejército en España, el famoso general Joaquín Murat, se apostaban en Chamartín. Pero el famoso 2 de mayo, las calles de la capital saltaron por los aires y dio comienzo la mencionada guerra. «No se oían más voces que ¡armas, armas, armas! Los que no vociferaban en las calles, vociferaban en los balcones. Y si un momento antes la mitad de los madrileños eran simplemente curiosos, después de la aparición de la artillería todos fueron actores», contaba Benito Pérez Galdós en sus «Episodios nacionales». El pueblo español no tardó en levantarse, convencido de que podía y debía echar al invasor.
Una lotería para la crisis
El Gobierno llamó a filas a sus ciudadanos y consiguieron reunir a 30.000 hombres, la gran mayoría de ellos milicianos sin ninguna experiencia en combate. Lo que no sabían estos primeros voluntarios y los que siguieron después, es que aquel enfrentamiento devastador contra el invasor acabaría con la vida de un cuarto de millón de compatriotas, además de 200.000 franceses y 50.000 ingleses en apenas seis años. Todo ello en medio de una de las peores crisis de la historia contemporánea de España: las hambrunas de 1808 y las epidemias produjeron unas pérdidas económicas gigantescas y un descenso demográfico de entre 560.000 y 885.000 habitantes, en una población que apenas superaba los 10 millones.
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El Gobierno, además, todavía necesitaba dinero para seguir asumiendo los elevados gastos militares hasta el final de la guerra, que no llegaría hasta 1814. Por eso, en 1812, se creó la Lotería de Navidad bajo la denominación de « Lotería Moderna ». Según su impulsor, el ministro del Consejo y Cámara de Indias, Ciriaco González Carvajal , el objetivo era «aumentar los ingresos del erario público sin quebranto de los contribuyentes».
En esta coyuntura de crisis se celebró en Cádiz el primer sorteo navideño, el 18 de diciembre de aquel año, a través de papeletas con los números impresos. El primer «gordo», dotado de 8.000 reales, se lo llevó un españolito de a pie tras gastarse solo 40 en el número 03604 . Era la primera vez que la Lotería de Navidad «escogía» a su afortunado, tras cuatro años de penurias y combates, y poco después de la importante victoria en Arapiles y la salida definitiva de los franceses de Andalucía.
La difusión de la Lotería de Navidad
Esta progresiva retirada de las tropas de Napoleón hizo que la Lotería , circunscrita en principio a Cádiz y San Fernando, se implantara después en Ceuta y más tarde en toda la comunidad andaluza, para acabar llegando a Madrid en 1814 ya con el sistema de bombos y bolas establecido un año antes. Desde entonces, el sorteo navideño ha sobrevivido a más de 200 años de guerras, unas cuantas crisis económicas, cambios de moneda, repúblicas, monarquías, dictaduras y democracias.
Desde entonces, nunca han faltado los españoles a su cita con la suerte, comprando cada vez más décimos. En 1832, ya se emitían 12.000 números. Pero los compradores seguían aumentando, hasta el punto de que los bombos metálicos, vigentes desde 1850 y donde ya no caben más números por su tamaño, llevan cada año a la Administración a ampliar las series correspondientes a cada número. «Y si no toca, ¿cómo se ha jugado este año más que en todos los anteriores?», se preguntaba ABC en 1930 . Una pregunta repetida hasta la saciedad en estos dos últimos siglos.
Tan solo habían pasado seis meses desde que se fundara «Blanco y Negro» , en 1891, y ya encontramos la primera referencia a este sorteo: «Hay en Barcelona sujetos que habiendo obtenido premio en la lotería de Navidad del año pasado, aún no han cobrado. Me parece que con eso les hacen un beneficio, porque la alegría de los premios dura hasta que se cobran. Y si no les pagan, alargarán su alegría». Cuando se publicó esta reseña, aún ni siquiera se llamaba oficialmente «Sorteo de Navidad», un título que recibiría el año siguiente y que no se imprimiría en el décimo hasta 1897, en sustitución de la la leyenda «Prósperos de Premios».
Guerra Civil
Desde entonces, miles de historias preciosas, trágicas o increíbles alrededor del sorteo de Navidad han sido publicadas en ABC. Como la del Sr. Herce, quien había adquirido el «gordo» en 1918, después de que la señora Ayendia le escribiera en agosto recordándole que buscase el número 5.605. «Una idea que nació de una combinación hecha con plantas de habas sembradas por dicha señora, las cuales dieron por resultado una pepita en cuyo interior se leía el número 5.605». O al pobre Matías Martínez , dueño de una lavandería en la calle Francisco Santos de Madrid, quien sufrió un colapso y falleció repentinamente en 1944, tras comunicarle que había ganado el segundo premio a su familia. También aquel malagueño que en 1949 se presentó en la Asociación del Cuerpo de Correos de Madrid «solicitando con insistencia alguna participación del 55.666» , pues días antes había tenido la corazonada de que era el número ganador. Para desgracia de este visionario, ya lo habían vendido y salió.
Ni tan siquiera la Guerra Civil suspendió la celebración del sorteo de Navidad. Sufrió, eso sí, la misma «suerte» que el resto de los españoles, quedando dividida en una Lotería republicana y otra nacional , como anunciaban cada una de las dos ediciones de ABC en Madrid y Sevilla. Las bombas no pudieron detener la ilusión del Gordo, en unos años en los cuales la venta de décimos supuso un 1,1% del PIB, es decir, un 3% de los ingresos del Estado.
Desde los 40 reales que costaba el décimo en 1812, su precio no ha dejado de adaptarse a las diferentes épocas: en 1944, 100 pesetas; en 1953, 200 pesetas; en 1957, 400 pesetas, y en 1970, 1.000. Hoy vale 20 euros (más de 3.300 pesetas), pero las ventas siguen creciendo.
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