La pedrea

Siempre me llamó la atención, por ejemplo, lo de los «números feos»

Hughes .

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No juego a la lotería. Este año ni siquiera he comprado el número de la empresa, razón por la que, si he de ser sincero, deseo que no toque.

Compro poca lotería a pesar de tener en mi familia el ejemplo de mi tía, gran aficionada a todos estos juegos. Como diría Bárbara Rey, ella fue siempre «muy jugativa» y a pesar de ser una persona humilde, o quizás por ello, se ha gastado siempre un dineral en cupones de «los ciegos», primitivas, bonolotos y en todas las loterías posibles. En vez de seguir la política o el fútbol, ella sigue la suerte. Su actualidad es la lotería. Sabe lo que toca, dónde toca y conoce el estado de cada bote. La suerte es caprichosa y ella la estudia.

Siempre me llamó la atención, por ejemplo, lo de los «números feos», que ella rechazaba con cara de pena. Se quedan en los cristales de las oficinas como las piezas dañadas de la fruta. La matemática tendría que reconocerlos: están los números primos, los enteros, los naturales y los «feos».

La lotería fue siempre el azar de la gente ordenada, de los españoles poco problemáticos. No es como meterte en un bingo a perder el sábado. Esto lo organiza el Estado, sale en la tele, está bien mirado.

A mi tía lo único que le han tocado han sido pedreas.

Con una pedrea ella hacía ya un gesto de moderada resignación que acompañaba con un «ea» que daba lo comido por lo servido y que remediaba un poco su decepción. Yo creo que pedrea viene de «ea».

Para los que juegan mucho es como el reintegro.

En tantos años viéndola rodeada de décimos y participaciones, con su libretita, la pedrea fue todo lo que obtuvo, y creo que todo a lo que aspiró. Es una parte razonable, comedida de la lotería. Muy moderada. Las zonas templadas de la suerte.

Pero está bien, porque con las pedreas no planeas irte al Brasil como el Dioni, ni rejuvenecer a tu pareja, ni comprarte un apartamento con piscina «infinity», ni especular con pisos en Las Tablas. Nadie hace cuentos de la lechera y nadie arruina su vida con las pedreas. Se invita a una cena, o te compras una camisa.

A mí si me tocara mucha pasta montaría una editorial y la llamaría El Consenso, y publicaría solo a tertulianos. Yo creo que a algunos, después de estar hasta en la sopa, se les quedan cosas por decir que merecen ser leídas y que ahora mismo nos estamos perdiendo.

Pero en fin, eso con una pedrea no podré montarlo. Resignación.

Las pedreas de mi tía son la lotería de los que con todo en la vida, y también con la suerte, tienen una relación prudente y más bien poco vibrante.

La pedrea

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