Lotería de navidad
¿Por qué no gusta el 00000?
El Sorteo de Navidad está rodeado de supersticiones y creencias erróneas
Si ha comprado ya su décimo de Lotería de Navidad en una administración quizá no se haya fijado, pero lo más probable es que le hayan entregado el boleto con la mano derecha y con los números tapados, como guardando el secreto, aunque sea la combinación que usted pedía. «Muchísimas loteras damos los décimos boca abajo porque hay gente que dice que da mala suerte si ves el número , no les gusta que se los des de cara y te piden que no se los enseñes», explica Concha Corona, encargada de Doña Manolita .
En esta clásica administración de lotería tienen sus «manías», muchas de ellas heredadas de su fundadora, que «como buena lotera era supersticiosa », recuerda Corona. Nunca se deja un bolso en el suelo «porque ya sabes, se pierde dinero », ni se dicen cifras. «Da mala suerte».
No lo revelan, porque por supuesto da mal fario decirlo, pero algunos loteros tienen su propio ritual para entregar en ventanilla esos números buscados. Fechas de cumpleaños, bautizos y bodas rivalizan con las de esos números mágicos que coinciden con los acontecimientos más sonados del año. A Corona se le quedó grabado un comprador que buscaba hace unos días «el número de la cama del hospital donde falleció su suegra» .
« Es la ilusión de control del juego , pensamos que podemos controlar el azar con nuestros pensamientos, asociando el número a hechos significativos para nosotros», explica Rosa María Bersabé Morán, profesora de Psicología de la Universidad de Málaga y autora de una tesis sobre la ilusión de control en los juegos de azar.
Sin embargo, las bolas del bombo no saben de fechas . Se rigen por las leyes de la física. Ni tampoco les influye la historia , aunque la terminación en cinco sea la que ha cerrado el primer premio de la Lotería de Navidad en más de 30 ocasiones.
La probabilidad de que a una persona le toque el Gordo si juega un número es de un 0,001% aunque aumenta a un poquito más de un 5% la de que le toque algo, cuando la probabilidad de perder lo jugado es casi del 85%. ¿Por qué entonces se juega a la Lotería? Porque se sobreestima la probabilidad de ganar, gracias en parte a fórmulas ingeniosas, costumbres y creencias para atraer a la esquiva suerte.
Fórmulas y creencias
Frotar el boleto por la barriga de una embarazada, la cabeza de un calvo, la espalda de un jorobado o el lomo de un gato negro son algunos clásicos. Como lo son también para algunos colocar el décimo junto a alguna estampa religiosa, llevar una moneda de oro en la cartera o guardarse una llave antigua en el bolso.
¿Alguna vez han funcionado estos rituales? Dado que casi la mitad de los españoles confiesan practicar alguna de estas costumbres a la hora de comprar, vender o guardar los décimos , es lógico pensar que también lo hicieron algunos de los afortunados cada 22 de diciembre.
« Sabía que tocaría , llevo muchos años con este número porque acaba en 37, justo el número del nicho en el que está enterrado mi padre », afirmaba el año pasado Kati, una de las premiadas con el tercer premio.
Otros convencidos de que su cifra será la agraciada se pasan la vida esperando una suerte que no llega, pero en el recuerdo colectivo los casos como los de Kati pesan más. Es lo que los psicólogos llaman el sesgo de confirmación , la tendencia a interpretar la realidad de manera que confirme las propias creencias. Ya lo decía Cristina Peri Rossi en « La última noche de Dostoievski »: « El jugador sólo cuenta los éxitos , no los fracasos, igual que los curanderos, los adivinos y los políticos».
Otra concepción errónea del azar se encuentra en la selección de los números, según señala Bersabé Morán, citando la investigación de Thomas Holtgraves y James Skeel (1992). Los jugadores prefieren números de lotería que parecen aleatorios , sin dígitos repetidos, pensando que el número 00000 tiene menos probabilidades de salir que el 74265, cuando la cifra completa está grabada en la bola y ambos números están en el bombo. De hecho, el 00000, que por cierto no pertenece a la Casa Real , se llevó una pedrea en el Sorteo de Navidad de 2014 .
«Creo que en el fondo no acaba de entenderse el concepto de independencia estadística », explica la psicóloga. En un muestreo aleatorio sin reposición (como es el Sorteo de Navidad en el que las bolas que son extraídas no se reponen), «la probabilidad de cualquiera de los números es igual», subraya.
Las bolas tampoco saben dónde se vendió el Gordo en años anteriores. El azar no tiene reglas y los sucesos pasados no alteran en nada las probabilidades futuras , las administraciones que descorcharon el cava el año anterior ven aumentar significativamente sus ventas en el Sorteo de Navidad siguiente.
Hay quien viaja hasta Sort para comprar su boleto en La Bruixa d'Or o quien espera la lenta cola de Doña Manolita en Madrid para comprar en mano su décimo. Si bien la probabilidad de que las administraciones que venden mucho den el Gordo aumenta, cada comprador tiene las mismas posibilidades de ganar que cualquier otro.
Para Bersabé, este comportamiento se explica por «el condicionamiento operante » descrito por Burrus Frederic Skinner. «Cuando coincide que uno ha probado algo y el refuerzo es positivo, los asocia», explica la psicóloga cuando « sólo en el juego, y nada más que en el juego, nada depende de nada », como decía Dostoievski.
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