Una anciana protagoniza en La Campana la misma historia del anuncio de la lotería
Estuvo 22 días ingresada y no pudo comprar su número de todos los años, pero la empleada de la administración se lo había guardado. Y le reservaba una sorpresa más
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La Campana es un pueblo que vive de los olivares. Las cuadrillas estaban ayer verdeando la finca El Realengo cuando por el transistor de uno de los peones cantó la bienaventuranza un niño de San Ildefonso. El 67.009. Treinta series de ese cuarto premio se vendieron en este pueblo de 5.500 habitantes con un 70 por ciento de paro. Seis millones de euros para un municipio cuyo Ayuntamiento tiene un presupuesto de cinco. Cada décimo mete 20.000 euros en casas donde se vive a duras penas del campo, de las peonadas o del aire.
Rosario llevaba toda la vida comprando ese número. Pero ya está mayor. Tiene 80 años. Y los achaques le habían abocado a un ingreso hospitalario que se le alargó 22 días. La mujer estaba angustiada porque se le estaba yendo vivo el décimo de siempre. Así que cuando recibió el alta, lo primero que hizo fue darle 20 euros a su nieta para que fuera corriendo el viernes pasado a la administración de Flora Barcia, la única que hay en La Campana, en la calle Larga, y le pidiera a Encarni, la empleada, su viejo número. La chiquilla llegó por los pelos. Y se encontró con la sorpresa de la dependienta. Le había guardado el décimo, como el dueño del bar del anuncio de la lotería de este año, y estaba esperando a saber de su mejoría para llevárselo, antes o después del sorteo, cuando fuera. Pero la historia no acaba aquí. Encarni aún guardaba otro detalle más: «Éste se lo regalo yo a tu abuela para que se ponga buena», le dijo a la nieta.
Rosario y sus hijos, al igual que los jornaleros que estaban verdeando los olivos a media mañana, tampoco se creyeron lo que cantaba el transistor. El milagro de un pueblo tan castigado por la crisis que ya apenas tenía fe. Esta historia, de hecho, la resume la exclamación de otro agraciado, Antonio, en mitad de la plaza:«Yo soy ateo, pero esto es una bendición de Dios».
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