Los pueblos con más encanto del País Vasco
Un breve recorrido por las localidades más pintorescas de la comunidad autónoma
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12345Laguardia (Álava)
En pocos lugares como Laguardia puede sentir todavía el visitante que se zambulle en plena época medieval. Ahí reside el principal encanto de esta pequeña localidad (poco más de 1.500 habitantes), ubicada en la Rioja Alavesa, parapetada por el recinto amurallado que mandó levantar en el siglo XIII el Rey Sancho VII, El Fuerte. Muros de dos metros de alto y cinco puertas para comunicarse con el exterior: la de Páganos, Mercadal, San Juan, Santa Engracia y Carnicerías. En su interior, son de visita obligada las iglesias de Santa María de los Reyes y de San Juan Bautista; la plaza mayor, la torre Abacial y sus bodegas. Basta un paseo por Laguardia para empaparse de su encanto medieval.
Fuenterrabía (Guipúzcoa)
A unos 20 kilómetros de San Sebastián, en la desembocadura del Bidasoa, con un casco histórico declarado como Conjunto Monumental y un pintoresco barrio que fue de pescadores y hoy posee un alto gancho turístico, la localidad guipuzcoana de Fuenterrabía es (con sus 16.000 habitantes) una de esas localidades pequeñas pero repletas de atractivos que no se pueden pasar por alto. Y con un encanto indudable, empezando por el mencionado barrio de la Marina, que aún conserva ese sabor añejo de haber sido cuna y refugio de pescadores, hoy con sus balcones de madera de poderoso colorido y una estupenda oferta gastronómica. Y en la parte antigua recorrer el sistema de fortificación que protegía a la villa, murallas que se levantaron en el siglo XVI, además de visitar sus relevantes construcciones religiosas (Iglesia parroquial de Santa María de la Asunción y del Manzano, varias ermitas) y civiles (como los palacios de Zuloaga y Eguiluz).
Elanchove (Vizcaya)
No es muy conocido fuera del País Vasco el pequeño pueblo vizcaíno de Elanchove, situado a 50 kilómetros de Bilbao, y esto no hace sino aumentar su interés. Pero hay más. A priori podría pensarse que se trata del enésimo pueblo pesquero, pero en su ubicación reside su encanto: se levanta sobre la falda de la peña de Ogoño, y esto le confiere unas características únicas. El núcleo urbano va trepando por la falda, en un recorrido serpenteante por el que vale la pena perderse, descubriendo una arquitectura neoclásica en la que destaca la Torre Nagusia, que sirve de sede al Ayuntamiento. Todas sus casas, sobre esa falda, miran al puerto, sin duda pintoresco. Es punto de visita obligada durante los festejos veraniegos, especialmente en Madalenas. En la parte alta del pueblo hay puntos de observación desde los que se divisa todo Elanchove y se puede disfrutar mejor de su encanto único.
Guetaria (Guipúzcoa)
Fundada a finales del siglo XII, Guetaria es una preciosa localidad costera guipuzcoana, en la comarca de Urola-Costa, que, si por algo es conocida, es por haber sido la cuna de Juan Sebastián Elcano, el primer hombre que logró la proeza de circunnavegar la Tierra. Hoy, una estatua le recuerda en su pueblo natal, como merece. En su casco histórico son múltiples los lugares de interés, pero destaca la Iglesia de San Salvador, declarada Monumento Nacional y que data del siglo XIV. Después de perderse por sus callejuelas, situadas en una fuerte pendiente, nada mejor que bajar a la zona del puerto para reposar, recobrar fuerzas y disfrutar con su gastronomía.
Lequeitio (Vizcaya)
Para terminar, la localidad vizcaína de Lequeitio, situada en el golfo de Vizcaya, que se ha convertido en puntal turístico gracias al indudable atractivo que le confieren su ubicación, su puerto y sus playas. Gran parte de su encanto reside en su paisaje, en el que destacan la isla de San Nicolás y la ría del Lea, que baña sus playas. En el casco urbano la principal construcción es la basílica de la Asunción de Nuestra Señora; un ejemplo del poso medieval que toavía conserva Lequeitio. Pero sin duda de lo que disfruta el visitante es de su entorno y belleza natural, aunque todo esto queda en segundo plano durante sus fiestas patronales, conocidas como San Antolines, en las que el pueblo se ve desbordado por la masiva afuencia de visitantes. Especialmente sonada y polémica era la práctica de colgarse de un ganso embadurnado de grasa, en un intento por permanecer el mayor tiempo posible aferrado al animal, entre sucesivas caídas al agua. Antiguamente, el ganso estaba vivo. Hoy ya no se utilizan animales.