El esperpento
Es imposible recordar un capítulo en la historia política reciente como el protagonizado estos días por Besteiro
La configuración de las listas electorales en partitocracias como la nuestra siempre tensiona a las organizaciones, pero es imposible recordar un capítulo en la historia política reciente tan esperpéntico como el protagonizado estos días por Besteiro. En un único episodio ha demostrado a la vez su patológica incapacidad para gestionar crisis y la extrema debilidad de un liderazgo que es solo teórico. No se trata solo de imponerse. Llevar el timón es otra cosa. La autoridad no se consigue con arranques despóticos una vez al mes. Así es como consiguió que todos sus batallones se amotinaran. En Orense ya lo esperaban con el cuchillo entre los dientes, ahora todavía más después del veto a Laura Seara en lo que ha sido una prodigiosa transmutación desde el «soy hijo de primarias» al dedazo porque «la militancia solo sugiere». En La Coruña se mofan de su presunta autoridad y hasta alguien como Sestayo es capaz de ganarle un pulso interno. En Pontevedra ya es él quien ni siquiera se atreve a toser. Y en su supuesto feudo lucense se le ha desmoronado en cuatro meses el castillo de naipes.
El futuro de José Ramón Gómez Besteiro no está en Monte Pío. Si no es capaz de pilotar un partido, menos podrá aspirar a liderar un país. La única incógnita es saber cuánto más tardará en asumirlo. Cada día que pase sin que haya presentado su dimisión, las opciones del PSdeG de volver a ser algún día alternativa de gobierno se alejarán más.
Sin más respaldo interno que una Lara Méndez que cada día demuestra que le viene grande lo de ser alcaldesa de una ciudad como Lugo, sin cargo institucional alguno después de su frustrado intento de ser senador y tras haber evidenciado públicamente su absoluta carencia de principios en casos como la defenestración de Orozco, a Besteiro le queda en política tanto como quiera o pueda aguantarlo Pedro Sánchez. Su imputación por corrupción urbanística es una losa demasiado pesada, un poco más a cada auto de Pilar de Lara. Es difícil imaginarse que pueda llegar a ser candidato en las autonómicas por más que Caballero lo tolere más ahora que también él está imputado. La partida se acabó, por más que siga negándose a aceptarlo y se empeñe en ofrecer cada semana un espectáculo más grotesco.
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