Un conselleiro no mira para atrás
Los tres conselleiros de estreno vivieron en sus carnes qué es tener a Beiras respirándoles en el cogote
Este miércoles se veía especialmente risueña a Beatriz Mato. No tanto por su nuevo cargo sino por su nuevo escaño en la bancada azul, en el extremo derecho de la Cámara. Ya no sufrirá más a Xosé Manuel Beiras a sus espaldas y sus particulares soliloquios de sal gorda, con murmullos y desprecios al presidente de la Xunta. La cruz la arrastran desde ayer los tres nuevos conselleiros, Jesús Vázquez Almuíña, José Manuel Rey y Ángeles Vázquez. La titular de Medio Rural no daba crédito al espectáculo que se desarrollaba a sus espaldas. Rosa Quintana, que la flanqueaba, le explicaba que esto forma parte de la rutina, que lo mejor es no mirar atrás. «En los pueblos hay más respeto», admitía un diputado popular curtido en el ámbito local.
Por la mañana no faltaba casi nadie en la tribuna de invitados. Dos faltas provinciales: Carmela Silva y Manuel Baltar. Primero está la Diputación y luego la política regional. Faltó Vence, que fue por la tarde. No se vio a Breogán Riobóo, quizás porque se entiende representado por sus nuevos socios de coalición electoral Anova-IU. Y no perdió un instante José Ramón Gómez Besteiro. Tan ensimismado andaba dándole vueltas al discurso de Feijóo que descuidó asistir a la reunión del grupo socialista. Las caras largas de los parlamentarios del puño y la rosa no se ocultaban.
Beiras volvió a las andadas. Él subió a la tribuna a hablar de su cosas, de su vasta erudición, de su condición de intelectual por encima del bien y del mal, y ya si cuadra hace suyas las palabras de un Francisco Jorquera que sí se trabajó una intervención pegada a Galicia y no con vistas a Grecia y la Depresión del 29.
La tribuna da para mucho. Para tuitear, por ejemplo. Las nuevas hornadas de los partidos están más pendientes del pío-pío que del debate. Deben de pensar que la política es eso. Y como novedad otoño-invierno, un ( Rafael) Cuiña de vuelta al Parlamento, en esta ocasión como alcalde de Lalín. Mucho regidor, alguno con exceso de sueño en la sobremesa, y un runrún incesante, el sembrado por Feijóo con la críptica despedida de por la mañana.
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