«Caso Asunta»
«Rosario Porto suponía un grave riesgo para sí misma, pero no para terceros»
La psiquiatra que la trató durante su ingreso en 2009 se negó a responder si llegó a decirle que la niña le estorbabaLa defensa de la acusada centró la jornada en intentar demostrar la «normalidad» en la relación madre-hija
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«La relación entre Rosario Porto y Asunta siempre fue la normal entre una madre y una hija» . Esta fue la frase más repetida en la jornada de ayer del juicio por el crimen de la pequeña, la más breve en lo que va de proceso , en la que desfilaron por los juzgados de Fontiñas alrededor de una decena de testigos propuestos por la defensa de Porto. Tras las breves intervenciones de agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional , que se centraron en la recogida de muestras de tierra en la pista forestal del municipio de Teo donde fue hallado el cadáver para cotejarlas con otras como las del coche de la madre, llegó uno de los platos fuertes del día.
La psiquiatra que trató a la abogada compostelana durante su ingreso en el sanatorio La Robleda durante el año 2009 advirtió nada más comenzar que se remitiría exclusivamente a lo que escribió en su día en la historia clínica de Rosario. Según su versión, Porto llegó al centro con un cuadro de «ansiedad, angustia, tristeza y deseo de morir» . Partiendo de este punto, la especialista concluye que «Rosario suponía un grave riesgo para ella misma» , teniendo en cuenta que años atrás había tenido «un episodio de intento de autoeliminación». Además, también recordó que Porto pidió el alta voluntaria ante la oposición del criterio de la propia psiquiatra por ese intento de suicidio anterior. Sobre este punto, recalcó que con estas características «podría actuar contra sí, pero no contra terceras personas».
El momento más tenso de la declaración de la especialista fue en el que se le cuestionó acerca de la relación que mantenían madre e hija , concretamente si Porto llegó a confesarle que la pequeña «le estorbaba» . La médico se agarró al código deontológico de la profesión y al secreto profesional para negarse a responder. «Para contestarle debería tener una autorización firmada de la paciente», apuntó, aunque sí confirmó que entre los enfermos como Porto puede existir una cierta «ambivalencia» entre los sentimientos de amor y odio hacia personas con las que guardan una relación estrecha.
Sobre el carácter de Rosario y sus supuestas tendencias suicidas también habló la presa de confianza que la acompañó en los primeros meses en prisión. «Mi función era la de darle apoyo y estar con ella para que no se quitase la vida» , señaló al recordar que en aquellos meses se la veía muy afectada por la muerte de su hija y que «hablaba constantemente de ella y de cuánto la quería».
El primer abogado
Otro de los que se sentaron ayer en el banco de testigos fue el primer abogado de Porto , cuya relación con la familia se prolonga más allá de cuatro décadas, ya que trabajaba para el padre de la hoy acusada. Este letrado fue el que atendió a la mujer en la demanda de divorcio de su marido , Alfonso Basterra, y señaló que en un primer instante «no iba a ser amistosa ya que había discrepancias en cuanto a la custodia de la pequeña», aunque recuerda que «pocos días más tarde se llegó a un arreglo». En tanto que era amigo de la familia, este profesional decidió asistir también a Porto en los primeros momentos tras la muerte de la niña, ya que había advertido que «en casos como este es habitual que se haga declarar a los familiares directos», pero abandonó esta posición al conocerse que su clienta resultaría acusada, ya que no es especialista en procesos penales.
Como persona de confianza del abuelo de la pequeña , el abogado también fue inquerido por la relación que mantenía este con Asunta. «Al principio no era muy favorable a la adopción, porque creía que los padres eran muy jóvenes, pero luego estaba encantado con la niña», subrayó, para terminar negando que la hiciese heredera ya que ese era un papel para el que la señalada era Rosario.
Entre los testigos que la defensa aportó para dibujar el perfil de Porto como una madre abnegada y preocupada por la educación de su hija, incluso en las fechas previas a su muerte, se encontraron personas con relaciones diversas con la acusada como un amigo personal, el director del instituto al que acudía la pequeña , una compañera en las reuniones del ANPA o la encargada de diseñar la reforma del piso de la calle General Pardiñas . Para el abogado de la defensa, José Luis Gutiérrez Araguren, con estos testimonios «quedó claro que Rosario no es el monstruo que se ha querido hacer ver estos dos años».
Renuncia al amante
El juicio se reanudará el próximo martes, fecha en la que estaba prevista la comparecencia en la sala del amante de Rosario Porto, hasta que al final de la jornada de ayer ambas defensas anunciaron que renunciaban a que ofreciese su testimonio. Para Gutiérrez Aranguren, su versión «no iba a aclarar nada» para esclarecer la muerte de Asunta y «solo serviría para dar pie a un morbo totalmente innecesario».
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