Populismo judicial

Un accidente es un accidente. Solo eso, por más trágico que sea, como el ocurrido en Angrois. Pero las teorías de la conspiración siempre venden y se hacen todavía más atractivas cuando en la trama aparece un héroe que lucha contra el mundo por destapar la verdad. Y aquí hubo quien se creyó en ese papel. Sí, también hay jueces populistas. El problema es que en la vida real ese tipo de historias casi siempre acaban en frustración cuando nos enfrentamos a los fríos hechos sin el maquillaje propio de una novela de ficción. Pero el daño ya está hecho, porque habrá quien prefiera comprar la primera versión del sumario. La instrucción de Lago es más rigurosa y ajustada a derecho, pero claro, la de Aláez era mucho más efectista.

Y en los tiempos que corren ese tipo de argumentos tienen su público. Aquello de todos los políticos son unos irresponsables. Y los hay, sin duda, que lo son. Y mucho. Pero no siempre los políticos son responsables de todo lo que sucede. Si alguien se sube a su coche después de tomarse unas cuantas copas y se desorienta hasta el punto de acceder a la autopista en sentido contrario no será culpa del alto cargo que adjudicó la infraestructura. Y del error del maquinista de un tren que circulaba a más del doble de velocidad de la permitida tampoco. Ese mismo operario había efectuado el trayecto en 59 ocasiones anteriores en las mismas condiciones y no sucedió nada. Sí, en Angrois podría haber mayores medidas de seguridad, pero el riesgo cero no existe. Se deben sacar lecciones de lo ocurrido para mejorar los protocolos. Por supuesto. Otra cosa es pretender buscar en la esfera política responsabilidades penales.

La justicia, a su ritmo, exasperantemente lento, ha cerrado el sumario. Tardará un tiempo aún en celebrarse el juicio. Y después vendrán los recursos. Quedan años hasta que haya una sentencia firme que fije la verdad judicial de lo sucedido. Desgraciadamente, habrá quien aproveche ese tiempo para seguir tratando de usar en provecho político propio el dolor de las víctimas. Ya lo han hecho estos dos años sin importarles lo miserable que es utilizar por un puñado de votos una tragedia como la ocurrida en Angrois. Lo peor es que no es la primera vez que sucede.