Cinco pueblos con encanto para visitar en Galicia
Rincones idílicos en los que perderse y olvidarse de todo, lugares cuya singularidad paisajística los hacen incomparables
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12345Ribadavia (Orense)
Considerada como una de las villas vitivinícolas más viejas de Europa, el conjunto histórico de Ribadavia (Orense) con sus calles medievales y antiguas plazas porticadas es fruto precisamente de ese pasado vinculado a la producción vinícola. Con más de mil años de antigüedad Ribadavia forma parte de esa estirpe de pueblos de carácter dionisíaco que tanto aporto en sabiduría y cultura a Europa. Musa de escritores y pintores, la bella Floravia como la llamó Otero Pedrayo se asienta en la orilla derecha del río Avia a pocos metros de su confluencia con el río Miño, donde se abre el idílico valle de Valparaiso. De obligada visita es su Plaza Mayor, donde destacan el Pazo Condal y la Casa do Concello, con torre renacentista, el viejo Castillo de los Sarmiento y descubrir la necrópolis del siglo IX, el Museo Etnolóxico de Ribadavia, la iglesia románica de Santiago, el antiguo hospital de San Juan o Convento Franciscano de San Antonio del siglo XVII.
Mondoñedo (Lugo)
Entre las siete antiguas capitales del Reino de Galicia, el municipio lucense de Mondoñedo, situado en un amplio valle abierto hacia el Cantábrico, es uno de los mayores legados históricos de Galicia. De incomparable riqueza arquitectónica el recorrido monumental arranca en la Praza da Catedral, donde se localiza la Basílica da Asunción y el Palacio Episcopal. Tesoros artísticos y curiosos objetos vinculados a la larga historia de la diócesis y sus obispos decoran el interior del Museo Diocesano y Catedralicio, de visita obligada. También lo es la escalinata de la Fonte Vella y el Seminario de Santa Catalina. Una pequeña Venecia la representa el barrio de Os Muíños con sus canales y arquitecturas del agua.
Corcubión (La Coruña)
La bravura del mar de A Costa da Morte ofrece algunos rincones de calma, protegidos y abrigados, que evocan hermosos paisajes como los que ofrece Corcubión. El Castelo do Cardeal, el faro del cabo de Cee, Monte Pindo o la Iglesia de Redonda guían una ruta que la descubre como una de las villas con más encanto de Galicia. Un recorrido salpicado por construcciones civiles de elevado valor patrimonial, como lo son los Pazos de Altamira (s. XV), Traba (medieval muy reformado), Teixeira, Dios e Pose, Castrexe y el de José Sendón. De estilo ecléptico son la Casa Miñones (1894), la casa del Antiguo Juzgado o las edificaciones burguesas de la Avenida de la Constitución, además del edificio de la Antigua Cárcel, en el puerto. Corcubión es un enclave muy pintoresco que se debe visitar por su estampa de conjunto, conformando un largo paseo de casas con hermosas galerías en las que perduran buenas muestras de arquitectura pescadora y de residencias de indianos.
Combarro (Pontevedra)
El mar tiene en Combarro calle propia. Situado en litoral del municipio pontevedrés de Poio delimita la costa con una línea de hórreos -cuentan unos treinta, formando uno de los mayores conjuntos de Galicia- y la calle de atrás o de San Roque es casi un símbolo de galleguidad popular. Sobre el propio afloramiento granítico se levantan las pequeñas casas marineras con delicados trabajos de cantería. Agradan las solanas balconadas de piedra muy del gusto de un tiempo barroco inspirado si cabe en la arquitectura de los pazos. Los interiores se revelaban humildes, con el piso de abajo a tierra y apenas sin divisiones entre estancias.
Por último los cruceros, elementos de una religiosidad popular que no podían faltar en las encrucijadas. En tres de los seis cruceros de la parroquia se representa una victoria sobre el mal.
Pobra do Caramiñal (La Coruña)
La villa nació de la unión de dos lugares, la nobiliaria Pobra do Deán y la marinera Caramiñal, que dieron origen en 1822 a la actual población. Es un lugar muy hermoso por la concentración de pazos y casas nobles, y por contar con un centro histórico bien conservado y sin construcciones que rompan la armonía. Foco de un tradicional fuerte dinamismo económico por ser un importante centro conservero -actividad que comenzó en el s. XVIII con la llegada de emprendedores catalanes para salar las sardinas- y punto de destino para el turismo estival que llega gracias a las magníficas playas próximas, al maravilloso paisaje en el que confluyen sierra y mar, a la excelente gastronomía presidida por los mariscos de la ría de Arousa y a la presencia de un atractivo puerto deportivo. No hay que dejar de ver la Iglesia de Santiago do Deán, Torre Bermúdez-Museo Valle Inclán, la Casa Mariñeira o el Pazo Torre de Xunqueiras. La subida al mirador de la Curotiña permite disfrutar de inmejorables vistas sobre la villa.