«caso asunta»
«Me dieron unos polvos que sabían fatal, yo no tengo alergia, nadie me dice lo que pasa»
En una inquietante charla, la niña contó a la madre de una amiga el ataque en su casa por parte de un hombre vestido de negro
«Asunta llegó al aula y le preguntamos cómo estaba de la alergia, porque el día anterior no vino a clase. Pero ella dijo que no tenía alergia, que le dieron unos polvos que sabían fatal y que nadie le quería decir la verdad. Lo dijo con un tono que no era normal en ella (...) Después vi que se tambaleaba y me dijo que si no la agarraban se iba a caer al suelo». Tajante y emocionada, la profesora de violín de la niña asesinada el 21 de septiembre de 2013 relató este miércoles ante el jurado popular un episodio de mediados de julio que, reconoció, la dejó impactada e incluso lo llegó a comentar durante las vacaciones con sus familiares y allegados. Cuando se enteró del trágico final de la niña, denunció este episodio ante la Policía Nacional.
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En su interrogatorio de ayer, la profesora también ofreció al tribunal detalles sobre el comportamiento de Alfonso Basterra esa mañana. «Su padre no le preguntó ni cómo estaba, y yo no le comenté nada, era como poner a la niña en la boca del lobo, es como si una mujer maltratada te dice que le han pegado y tu le dices a su pareja que te lo ha dicho... Yo estaba esperando que, por Dios, Alfonso me diese una respuesta coherente a todo lo que estaba pasando », atestiguó la maestra ante los acusados. Los testimonios del resto de plantel de profesores de Asunta citados ayer respaldaron, en líneas generales, lo narrado por esta docente. A todos les llamaron la atención los dos episodios en los que la niña asistió «como drogada» a clase y todos coincidieron en los síntomas que detectaron. La profesora de ballet incluso fue más allá al indicar que ese fue el primer verano que no supo nada de Asunta y resaltó que volvió «por sorpresa» a las clases a mediados de septiembre.
La víspera del crimen
El día antes de su muerte, la docente explicó ante el jurado que vio a la niña «con una postura diferente». «Nosotros tenemos el lenguaje corporal muy en cuenta y esa postura a mí me estaba contando algo», manifestó. A propósito de las fotografías vestida de cabaretera que guardaba uno de los móviles confiscados, la profesora asumió que «todas las niñas iban vestidas así y me duele que se haya hecho una versión retorcida de lo que fue una interpretación escénica». Los cinco profesores que testificaron ayer resaltaron, sin ambages, la inteligencia y genialidad de una niña que calificaron de «educada, amable y brillante».
Los nueve integrantes del jurado popular sobre los que recae la responsabilidad de juzgar a los dos acusados también escucharon ayer otro testimonio impactante. Su protagonista fue la madre de una amiga de Asunta, a la que la pequeña relató el incidente del hombre de negro que entró en su casa para asfixiarla a mediados de julio. «Nos subimos al coche, le dije a las niñas que me contasen algo para animarlas y Asunta empezó a relatar: Esto era una niña que estaba durmiendo en su casa y alguien intentó ahogarla . La niña soy yo y lo que estoy contando es cierto» . Lo inquietante del relato y que «en ese momento Asunta estaba fuera de sí », empujó a la madre de su amiga a llamar a Porto, que le confirmó el relato de la niña tratando de quitar hierro al asunto. Dijo que Asunta había sido muy valiente y que no denunció para evitar que la niña se sintiese en peligro, explicó la testigo a preguntas del Ministerio Fiscal.
«Rosario se puso a chillar»
La misma madre trasladó al tribunal una escena «extraña» que se vivió en el tanatorio el día de la muerte de la menor. «Fuimos mi marido y yo con otras madres del ballet. A Rosario se la veía compungida, pero me miraba de lado y estaba intentado evitarme. Le agarré el brazo para abrazarla y me dijo que no podía ver a los niños delante y se puso a chillar. Perdió los nervios y alguien la apartó... Estaba más inconsolable la señora que la cuidaba» , manifestó. La testigo se refería a la persona que cuidó a Asunta desde que tenía apenas veinte meses y llegó a Santiago de China hasta su muerte. Ayer, esta persona se sentó ante el jurado para explicar cómo fueron los últimos meses en la vida de la pequeña.
La testigo afirmó que trabajaba en casa de los Porto de lunes a viernes, a excepción de los martes. En horario de tres días de mañana y uno de tarde. Acerca de la personalidad de Asunta, coincidió con los más de treinta testigos citados en el marco del caso en que era una joven «muy madura e inteligente». También la describió como «imaginativa», aunque negó que le contase relatos extraños. Visiblemente emocionada, rompió a llorar en varios momentos de su intervención. La sesión se retomará hoy con la declaración del hombre cuyo semen apareció en la camiseta de la niña.