El jurado de Asunta
Ese enorme interés podría hacer pensar que es imposible encontrar personas imparciales
En dos días empieza el juicio con jurado popular del caso Asunta. Santiago se va a convertir de nuevo en una suerte de plató de televisión, con cámaras agolpadas buscando imágenes de los padres acusados, periodistas retransmitiendo lo que ocurre y curiosos que quieren ver en directo lo que después seguirán en el telediario.
Precisamente ese enorme interés mediático podría hacer pensar que es imposible encontrar personas que sean imparciales y que tomen una decisión justa, al margen de la idea que se hayan hecho del crimen a través de los medios de comunicación.
Habrá quien recuerde, incluso, que aquí en Galicia algunos veredictos populares han tenido que ser anulados por falta de consistenciael del crimen de la calle Oporto de Vigo, por ejemplo- como si los jueces no se equivocasen también y no viesen como instancias superiores rectifican sus decisiones. La Audiencia Provincial de La Coruña tuvo que revocar la inhabilitación de los siete concejales de Santiago que había decidido una jueza, y no por eso ponemos en tela de juicio el criterio de la judicatura.
En el caso Asunta es cierto que resulta difícil encontrar a ciudadanos que no tengan una idea preconcebida de lo que haya podido pasar pero... ¿acaso los profesionales de la justicia no ven también la tele, escuchan la radio y ven periódicos a diario? ¿Ellos no se contaminan?
Los jurados que han sido seleccionados para este juicio en lo que se tienen que centrar a partir de ahora es en las pruebas e indicios. Que se olviden de filtraciones interesadas y opiniones de expertos en crónica negra. Van a verse inmersos en un espectáculo mediático y tienen el reto de no dejarse influenciar por él. La tarea no es fácil pero dicen los profesionales del mundo de la justicia que en general el funcionamiento de la institución del jurado es satisfactorio. El ciudadano de a pie es capaz de ponerse serio, igual que si fuese un juez, y tomar decisiones justas cuando se le llama a filas. Es su responsabilidad resolver uno de los episodios más oscuros de la crónica negra gallega.
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