pazguato y fino

La ciudadanía como rehén

La solidaridad ya existe cuando se busca el origen del brick de leche y se paga a 0,79 céntimos

josé luis jiménez

El sector lácteo tiene un problema grave. La industria compra leche cruda a los ganaderos por debajo de los costes de producción, amparándose en su fuerza dentro de la cadena de valor. Es una situación abiertamente injusta que pone en riesgo la viabilidad del sector, y ante la que los poderes públicos deben actuar, tal y como parece que sucede en los últimos días, y a poder ser sin soluciones con trampa a medio plazo.

Es decir, tenemos identificados a los teóricos causantes del problema y a sus directos afectados. Pero estos días hay otras víctimas, los miles de ciudadanos que ven sus ciudades colapsadas porque los ganaderos han decidido usarlos como método de presión para extorsionar a los poderes públicos y lograr sus fines, sin importarles las consecuencias. Comenzaron con Lugo la pasada semana y Compostela es la siguiente parada, donde a su alcalde sólo se le ocurre pedir solidaridad a los vecinos y que vayan en bici para esquivar los cientos de tractores.

La solidaridad ya existe cuando los consumidores buscan el origen del brick y eligen el cartón de leche a 0,79 cuando les resultaría menos oneroso abonarlo a 0,50 céntimos. La solidaridad es incuestionable cuando de nuestros impuestos —de los suyos, de los míos, de los de todo europeo— se destinan 3 céntimos para subvencionar cada litro de leche que se produce, ese mismo que ahora se quiere blindar con un precio mínimo. La solidaridad no necesita recaudarse por la vía de los hechos cuando toda Galicia es consciente del problema y simpatiza con la demanda de este sector primario.

Pudiera parecer que el lácteo ha sido el único golpeado por la crisis. Como si, por ejemplo, los medios de comunicación no hubiésemos sufrido una convulsión generalizada por la caída de la publicidad y la pérdida de lectores, y no por ello se nos subvenciona nuestra actividad. Del mismo modo que los ganaderos invierten en sus explotaciones, los periodistas lo han hecho en su formación. Y hay miles en el paro que no por ello colapsan pueblos o ciudades. Ni piden vulnerar leyes de libre mercado.

Y puestos a hablar claro, un país sin leche puede importarla de uno vecino, pero un país sin una prensa plural tiene una democracia en la UVI. Así que los sectores productivos no se miden sólo por sus cifras, sino por su valor añadido a la salud de nuestra sociedad, esa que hoy sigue secuestrada en su movilidad por quien protesta por sus problemas. No es un vicio exclusivo del lácteo sino de todos aquellos que creen que cuantos más rehenes se tengan en su reivindicación, mayor razón les asiste. Y eso es, sencillamente, mentira.

La ciudadanía como rehén

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