El garabato del torreón

Atrapados en la red

En la red, ese albañal etéreo e imparable, puede enterarse el curioso lector de las quejas y dimisiones podemistas en Vigo, Cangas, Arteixo, La Coruña y Lugo

juan soto

Anda la hueste gallega de Podemos un poco a la desbandada, alborotada y confusa ante los acontecimientos que estos días hostigan sus posiciones sin el menor miramiento. Los privilegiados podemistas aupados, por procedimiento claro o turbio, a crestas administrativas con acceso a la combinación de la caja fuerte, se ven asaltados por dudas de cierto calibre metafísico, tal como si, con vistas a los próximos comicios generales, sería de mayor provecho permanecer en la subordinación a la autoridad madrileña o profundizar en el perfil doméstico del botellón, una apuesta que, hay que reconocerlo, dio a los atlantistas herculinos la alcaldía de María Pita y al de la gorra la del pazo de Raxoi. Eso, decíamos, son controversias de bastante calado, al alcance exclusivo de la florida clase dirigente que hoy dignifica numerosas instituciones y organismos públicos de Galicia. O sea, cuestiones de hondura, como la de elucidar el sexo de los ángeles o averiguar si la disolución (o fagocitación, que eso está por ver) en la queimada nacionalista podrá reportar algún dividendo que valga la pena o, por contrario, arrastrará en la caída a los neófios hermanos congregantes.

Pero las zozobras que aplanan el ánimo de las bases asamblearias -esa leva reclutada en los caladeros de la desesperación y la utopía- son de entidad más prosaica. En sus conciliábulos no se habla de pactos sino de guita. No de la pasta que les han prometido sus caudillos cuando tomen el poder, sino de la que ya han empezado a apalancar algunos de esos mesías cobijados bajo el salario de libre disposición. Varios de los estipendios ya han salido a la luz, aireados no por la derecha ominosa ni por la nefanda oposición sino por integrantes del aluvión populista, hartos, se conoce, de que no se cuente con ellos más que para hacer bulto. Tontos útiles, sí; pero no gratis.

En la red, ese albañal etéreo e imparable, puede enterarse el curioso lector de las quejas y dimisiones podemistas en Vigo, Cangas, Arteixo, La Coruña y Lugo. «Guerra de posiciones», llama a la reyerta una de las quejosas.

Cuando todo empezó, la red fue para Podemos su ventura. Ahora es su desventura. Como en la popular estrofa que repetían los soldados de los tercios de Flandes.

Atrapados en la red

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