Los damnificados de las Mareas
Los primeros meses desde la llegada de los alcaldes de izquierda radical a las tres ciudades de la provincia de La Coruña han estado marcados por constantes polémicas. Sin grandes proyectos a la vista en ninguna, las tensiones con diferentes colectivos han ocupado su acción de gobierno
El 24 de mayo marcó el inicio de un nuevo escenario político en las tres ciudades de la provincia de La Coruña con el advenimiento de las Mareas. De este modo, las candidaturas de «unidad popular» , auspiciadas por acción u omisión en todos los escenarios por el PSOE, daban a la izquierda radical unas cotas de poder que no habían tenido en las últimas cuatro décadas .
La incertidumbre de saber cómo se comportarían en los gobiernos municipales los alcaldes «rupturistas» tardó más bien poco en despejarse . A los iniciales desplantes institucionales dejó paso un incumplimiento de su programa apenas tomado el bastón de mando al negarse a abrir los comedores escolares en verano, esgrimiendo los mismos argumentos que algunos partidos que conforman dichas candidaturas había criticado solo un año antes.
El éxito en las urnas ha convertido a las Mareas en un ejemplo a seguir para la izquierda y el nacionalismo de cara a las próximas generales, y a los alcaldes en perfiles públicos para transmitir su experiencia. Debido a esto, incluso desde sus socios socialistas alguna voz autorizada como la del portavoz parlamentario José Luis Méndez Romeu, ha criticado a los regidores por «estar más preocupados de cómo van a ir sus partidos a las elecciones que de gobernar sus Ayuntamientos».
Desde entonces, los conflictos no han cesado, con el reproche constante de la oposición de su inexperiencia en la gestión para hacer frente a los problemas que surgen en el día a día a día de la vida municipal. Sin ningún gran proyecto a la vista, sus mandatos se han iniciado con más gestos simbólicos que medidas concretas en aras de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.
Ataques a los proyectos de sus predecesores y una extensa nómina de discriminaciones en la concesión de ayudas a organizaciones por no comulgar con sus principios ideológicos son el testimonio de estos poco más de 70 días de mandato.
Santiago: Noriega y sus ausencias
Martiño Noriega llegó al Pazo de Raxoi exhibiendo la única victoria en las urnas de los alcaldes de las Mareas. El eterno delfín de Xosé Manuel Beiras eligió desde los primeros compases de su mandato una forma de irreverencia bien distinta a la de su mentor, pero que genera una reacción similar. Para la oposición, todavía con la licencia de los cien días para no entrar a criticar su gestión, la principal damnificada fue la representación institucional de Santiago como capital gallega. El regidor ya había deslizado su intención de no acudir a la Ofrenda al Apóstol, y finalmente no lo hizo, pero además debutó en el cargo con un desplante en la del Antiguo Reino de Galicia, en la que le tocaba ocupar el puesto de oferente. A este se sumaron más ausencias sonadas, como las Medallas Castelao y las Medallas de Oro de Galicia.
Más reciente ha sido una nueva polémica con motivo de la renovación de convenios con entidades de atención social. Compostela Aberta ha optado por rescindir la colaboración con Red Madre y Centinelas por su carácter privado.
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