EL GARABATO DEL TORREÓN

Dos mujeres y un destino

Méndez y Candia son dos políticas perfectamente intercambiables y donde está la una podría estar la otra

Juan soto

Aunque no se lo creen ni ellas, lo cierto es que dos mujeres barajan hoy la política en la provincia de Lugo, una desde la Alcaldía de la capital y otra desde la Presidencia de la Diputación. Bastante jóvenes, bastante discretas, bastante sensatas, bastante corrientes, bastante sosas, el hecho de que la casualidad o las circunstancias (los principios y las ideologías se han volatizado en España desde la época de González) hayan colocado a las señoras Méndez y Candia en negocios competidores no significa que entre ellas exista la menor diferencia en la gestión de la cosa pública, que ambas entienden como una versión sobredimensionada de la administración doméstica, con su nota para el súper, sus apuros de fin de mes y su día de peluquería.

Son dos políticas perfectamente intercambiables y donde está la una podría estar la otra. La manera idéntica de llegar al cargo que ahora desempeñan las obliga a un comportamiento también idéntico, solamente diferenciado por actitudes meramente gestuales o por pequeños detalles de indumentaria. Incluso una misma amenaza, la de una moción de censura que las reintegre al anonimato y a la lectura del Hola, hace de estas dos mujeres un símbolo de aquello que los zubirianos llaman «unidad entre distintos». La señora Candia está intimidada por sus adversarios y la señora Méndez lo está por sus socios eventuales, lo cual tal vez sea peor. Y ese doble apercibimiento es otro factor de homogenización entre ambas.

Hasta que la derecha empezó a civilizarse mantuvo con toda firmeza su negativa a conceder el derecho de voto a la mujer. Y esa misma intransigencia irracional patrocinó el PSOE, incluso cuando ya en Margarita Nelken asomaban las siniestras pulsiones contagiadas por sus machorros. Quizá esta paridad entre las populares y las socialistas de ahora provenga de entonces, y no sea más que la simetría que se produce entre las gentes que confunden la divergencia accidental con la convergencia esencial. Yo veo en las señoras Méndez y Candia la imagen, insípida y amable, del bipartidismo reincidente. La dúplica de un sistema incapaz de renovarse y de renovarnos.

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