Feminismo, populismo, idiotismo

La tímida versión local de las mareas en el Ayuntamiento de Lugo acaba de descubrir, como quien descubre el Mediterráneo, aquella antigua letanía de la cosificación, el sexismo y la mujer-objeto, con la que tanto dieron la matraca las feministas de la prototransición antes de acogerse al manto protector del bipartidismo sistémico. Ahora se trata de castigar sin los cuatro duros de subvención a los ramistas que se atrevan a incluir en el programa de las celebraciones patronales la elección de Reina de las Fiestas o de Guapa del Barrio, y lo primero que a uno se le ocurre pensar es que estos chicos nunca oyeron hablar de Emilia Docet, aquella chica de Vigo que fue Miss España cuando promediaba la República. De la guapísima señorita Docet (ABC le dedicó una portada que no deja lugar a dudas) sabemos que militaba en el Partido Galeguista y que mitineó junto a Castelao.

Estas salidas, siempre a medio camino entre la topiquería y los fuegos artificiales, vienen a confirmar la escasa distancia que va del populismo al idiotismo. Cuando no existen propuestas útiles ni iniciativas sensatas se toma el camino de la chorradita, creyendo que así se contenta a la parroquia y se da el pego de que se trabaja por el bien común y por el progreso de la Humanidad. En medio de aquel erial político que fue el franquismo, de vez en cuando el general sacaba a plaza la reivindicación de Gibraltar, soñando que así justificaba ante los españoles la esterilidad de su dictadura.

A los mareantes no se les conoce (hasta ahora) ninguna decisión encaminada a la solución de cualquiera de los infinitos problemas reales que hoy tienen planteados los territorios bajo su gobernanza. Y tal inanidad la sustituyen por unas cuantas bobaditas y algo de verborrea de ejercicios espirituales para alumnas de las Ursulinas. Prefieren cambiar el nombre de las calles a asfaltarlas e iluminarlas como es debido. A falta de compromiso con las asperezas de la realidad palpable, excomunión a las misses del barrio.