El fin de la prudencia
El recurso de los abogados de Besteiro dice a De Lara a las claras que sus decisiones carecen de competencia, se asientan sobre cosas ya juzgadas y que imputa sin base para hacerlo
Los paños calientes, la pose institucional y respetuosa con la labor de Pilar de Lara, la prudencia a la hora de valorar su desempeño como juez han saltado por los aires con el escrito presentado por la brigada legal de José Ramón Gómez Besteiro, encabezada por Cándido Conde-Pumpido Varela.
A Besteiro tampoco le quedaba otra. Las artes de De Lara amenazaban con dejarle sin carrera política a corto y medio plazo. Ya le han costado el escaño en el Senado y bajo ningún concepto iba a consentir que se llevase por delante su aspiración a ser candidato a la Presidencia de la Xunta. Es un cambio de paso de quien se siente arrinconado y señalado por los propios, en esos ajustes de cuentas tan habituales en los partidos.
El recurso de sus abogados le dice a De Lara a las claras que sus decisiones carecen de competencia, se asientan sobre cosas ya juzgadas y que imputa sin base para hacerlo. En ABC lo hemos resumido claramente: insinúan que prevarica, que toma decisiones a sabiendas de que son erradas. El escrito tiene dos destinatarios: la propia juez, a quien remiten el recurso de reforma, y la Audiencia Provincial, al que elevan posteriormente el de apelación.
Habrá que ver en qué tiempos resuelve la juez —no es dada a la agilidad, como es sabido—. Como buen malpensado, apostaría a una resolución por parte de la instructora la tarde antes de que Besteiro tenga que declarar, sin margen para que su defensa pueda replicar, imponiendo así esa pena de telediario de la que tanto goza, haciendo desfilar al político por los pasillos del Juzgado, regalándole esa foto del bochorno para la posteridad.
En el escrito, la defensa ya le advierte a la juez que ha generado un perjuicio a Besteiro al impedirle ser senador. Quién sabe si es enseñar la patita para una petición posterior de responsabilidades. La prudencia con De Lara se va terminando. Ya iba siendo hora de llamar a las cosas por su nombre.
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